El año viejo y su significado

María Rosa Crespo

“Que se queme, que se queme
que se queme este año loco
que no queden ni cenizas
ni rastros del Viejo, tampoco”
(Poesía popular)

En el calendario festivo de los morlacos, el año viejo y el carnaval han despertado siempre un gran entusiasmo porque hay una participación colectica, quienes cierran sus puertas de estas celebraciones serán mal vistos, ladeados por el vecindario, terminarán por no aguantarse a sí mismos, porque el 31 de diciembre no quemaron sus penas con los monigotes y los trapos viejos, ni las enjuagaron “hasta dejarlas blanquitas” con el agua del carnaval. Respecto a las celebraciones del año viejo, conversando con los vecinos nos permitió detectar su honda raíz tradicional y popular, las diferentes formas de fusionar el presente con el pasado y el porvenir, las necesidades que afectan a todos por igual: el hambre, los deseos incumplidos, el desempleo, la migración, el anhelo de revivir a través del jolgorio, el lazo comunitario perdido, la pertenencia de quienes se fueron y regresan para la reunión de familiares y amigos. Junto a esta realidad. la razón de ser de tales festejos: La noche del fin de año, el escenario levantado en cada barrio, el muñeco con la viuda “y la segundera”: Tiempo y lugar destinados a la ironía y la sátira, por medio de los mismos el pueblo se convierte en juez de: sus gobernantes, políticos e impostores que jamás pudieron engañarlo y por esto ríe a carcajadas de sus desgracias propias y ajenas; de las ridículas escenas de la política nacional, representadas por los viejos de viruta y aserrín. (O)