Territorio de sacrificio

CON SABOR A MORALEJA Bridget Gibbs Andrade

Este artículo es un apéndice de los publicados anteriormente sobre la explotación minera que se pretende realizar en el Azuay. “Territorio de Sacrifico” es la frase acuñada por el gobierno para etiquetar a las zonas desde donde se extraerían los recursos naturales que llenarían los bolsillos de los gavilanes de cuello blanco y, los del pueblo, permanecerían más vacíos que antes.
El plan es que empiece el dantesco corredor minero en Río Blanco, continúe por la Ruta del Cobre en Chaucha y avance hasta Quimsacocha, produciendo la desertificación de la zona de El Cajas y destruyendo su ciclo de agua. Los cuencanos obtendríamos menor cantidad de agua con un alto nivel de toxicidad, que incrementaría los costos de su tratamiento y potabilización. El proyecto denominado Ruta del Cobre está ubicado en la parroquia Chaucha. La empresa dueña de la concesión, registrada en Ecuador, es la COMPAÑÍA MINERA RUTA DEL COBRE S.A. y, la matriz, es la SOUTHERN COPPER CORPORATION. El área concesionada inicialmente es de 7.300 hectáreas para explotación de oro y cobre.
Según el portal MONGABAY LATAM (periodismo ambiental independiente) Iván Granda, siendo concejal de Cuenca, denunció que el número de hectáreas entregadas por el gobierno ecuatoriano a mineras chinas y canadienses asciende a 16.000, tres veces el tamaño del área urbana de Cuenca. Estas concesiones generarían, según estimaciones de esta adminstración, en un lapso de 11 años, 191 millones de dólares de ganancias para el Estado y Cuenca recibiría 25 millones en regalías. Pregunto: ¿Qué nivel de credibilidad tiene el actual gobierno? Ninguno. “Esto no representa ni el 5 % del presupuesto del GAD. Si cada cuencano aporta 1.70 dólares al año, durante el mismo período, llegaríamos a más de 25 millones”, dijo Granda en ese entonces. Hoy, dedicado al reciclaje, igual que su compañero (que no da pie con bola en el IESS) no menta este asunto, cuando debería hacerlo con la vehemencia que empleaba siendo concejal. Defendiendo lo suyo, lo nuestro, lo de todos los azuayos. ¿O es que viviendo en la capital se olvidó del peligro latente que se cierne sobre su provincia y ciudad natal?
Espero haber ayudado, en algo, a explicar lo que podría suceder si no defendemos nuestros páramos y fuentes de agua de un envenenamiento irreversible y letal. (O)