Democracia y militarismo

Roberto Vivar Reinoso

Un diagnóstico continental difundido por los medios internacionales titulado “American former”, advierte sobre la creciente influencia militar entre los gobiernos democráticos de la región.

Venezuela es el ejemplo más notable. Su presidente Nicolás Maduro mantiene el poder gracias al apoyo de las fuerzas armadas, pese a presiones, amenazas, sanciones.

Pero no es el único. El mandatario boliviano, Evo Morales renunció cuando el ejército le exigió hacerlo. Inclusive a su reemplazo, Jeannie Añez le ciñó la banda presidencial el jefe castrense. Brasil eligió un capitán retirado cuyo tercio del gabinete lo integran excolegas de armas. A Lenin Moreno en Ecuador le cobijaron los uniformados evitando su caída, durante el conflictivo octubre pasado. Igual sucedió con el peruano Martín Vazcarra tras disolver el Congreso, e Iván Duque frente a las manifestaciones en Colombia. Controlando el descontento popular en Chile estuvieron carabineros y soldados.

A diferencia de la cadena de dictaduras castrenses durante los años setenta, coaligadas bajo el “plan cóndor”, los uniformados actuales escogen estar cerca del poder civil antes que al frente del mismo, señala el estudio. Añade que no tanto el impulso interno provoca el fenómeno, sino la debilidad de los regímenes nacidos en las urnas. Los jóvenes (25-40 años) palpan el fenómeno, por lo cual ubican la milicia entre las tres instituciones más confiables del continente.

Sin perspectivas de cambio para el presente año, se pronostica que continuará la agitación social. Para enfrentarla en Ecuador el jefe del comando conjunto de las fuerzas armadas, Luis Lara señala que se preparan doctrinaria y logísticamente, a fin de no ser sorprendidos por los movimientos insurgentes, a los cuales enfrentarán utilizando los equipos antimotines adquiridos. (O)