El corazón del problema

Hernán Abad Rodas

Detrás de cada hombre o mujer en desempleo, hay un dolor, una historia, una esperanza y, muchas veces, una amargura de grueso calibre.
Parece que nuestra crisis va para largo y que el desempleo sigue siendo el mayor problema de los ecuatorianos. Mientras los gurús de la corrupción juegan al escondite y reciben por parte de algunos medios sus dosis de protagonismo, miles de compatriotas buscan y rebuscan un trabajo como quien busca una aguja en un pajar.
La desocupación se convierte en desesperación, baja de autoestima, pobreza y alejamiento del progreso personal.
Una lacerante realidad económica de nuestro país es que, la liquidez escasea, los bancos no reciben los depósitos necesarios para poder prestar, y el financiamiento de la economía se reduce.
El Ecuador necesita con urgencia un programa económico que, al tiempo de brindar la liquidez necesaria, genere confianza, produzca esa luz al final del túnel que nos permita respirar con tranquilidad.
La vida es dura, de hecho, vivir implica muchas veces adversidad y dolor. El hambre, la guerra, la injusticia, la enfermedad, y el fantasma del desempleo son reales; no se trata de productos de nuestra imaginación ni del resultado de un pensamiento negativo.
La creación de empleo está a la espera de un factor legal clave. La prometida reforma laboral debe cimentar las bases de un consenso político suficiente y convincente en la Asamblea.
El ejecutivo y la dirigencia de la empresa privada tienen que esforzarse para explicar con claridad que los derechos adquiridos de los trabajadores con empleo estable no van a verse afectados por las reformas.
El cambio ha de dirigirse a los desempleados y a los millones de ecuatorianos de la Población Económicamente Activa que tienen un empleo informal, mal remunerado, sin seguridad y con ingresos inestables. Allí está el corazón del problema.
Las ofertas de campaña del actual gobierno no fueron cumplidas. El anhelo no se hizo realidad porque no fue acompañado de acciones suficientes y profundas.
La primera regla para crear empleo es generar riqueza, es decir, crecer, lo cual lamentablemente no está sucediendo en la actualidad. (O)