Los talibés luchan por su identidad para liberarse de la mendicidad infantil

GRAF3013. LOGROÑO, 02/02/2020.- Issa Kouyaté, un activista senagalés que visita España, junto a su compañera Diodo Cagolla, para concienciar sobre la realidad de alrededor de cien mil talibés, unos de los niños más desprotegidos del mundo, no solo por ser obligados a mendigar en ciudades de África, principalmente de Senegal, por los responsables de las escuelas coránicas en las que les dejan sus familias, sino porque carecen de una identidad propia y sin ella no pueden buscar un futuro mejor niñosEFE/Raquel Manzanares

Los talibés son, posiblemente, unos de los niños más desprotegidos del mundo, no solo por ser obligados a mendigar en ciudades de África, principalmente de Senegal, sino porque carecen de una identidad propia y sin ella no pueden buscar un futuro mejor.

Así lo explica en una entrevista con Efe Issa Kouyaté, un activista senegalés que visita España para concienciar sobre la realidad de alrededor de cien mil niños, obligados mendigar por las calles por los responsables de las escuelas coránicas en las que les dejan sus familias.

Kouyaté, al que el Gobierno de Estados Unidos otorgó en 2016 el Premio al Héroe Mundial contra el Tráfico de Personas, está de visita en Logroño, a donde ha llegado de la mano de la ONG Coopera y junto a Diodo Cagolla, que, como él, fue un talibé.

Según la organización Human Right Watch los talibé son unos cien mil menores de Senegal, principalmente, pero también de Malí, Guinea y Mauritania que son «captados» y entregados por sus familias a escuelas coránicas o «daaras» con la promesa de que allí estudiarán.

Sin embargo, la realidad que encuentran estos niños es bien diferente, ya que son obligados a mendigar, a trabajar en condiciones explotación y a malvivir hacinados en pequeñas habitaciones donde sus «captadores» les retienen juntos, sin dividirlos por edades, a pesar de que hay desde niños pequeños a otros que se acercan a la mayoría de edad.

Además, en muchas ocasiones son golpeados y abandonados en la calle si no han «recaudado» lo suficiente.

«Es un problema importante en una zona de África y no queremos que crezca», subraya Kouyaté, que desde hace años difunde esta situación por todo el mundo «y lo cierto es que cada vez hay más conciencia, pero en Europa y Norteamérica».

Porque dentro de Senegal «no es tan fácil actuar» y «aunque el Gobierno del país intenta algunas cosas, también es cierto que otros intereses pesan y que muchos de estos niños ni siquiera son de ese país».

También han intentado, detallas, que los imanes de las mezquitas influyan para que no existan estas prácticas «y algunos colaboran», reconoce.

Pero «lo primero que queremos es que los niños talibés tengan una identidad, que tengan papeles y sepan su edad y su nombre, algo que ahora muchos desconocen» porque «sin eso, es difícil pensar en que tengan un futuro».

«Cuando tienes una identidad propia puedes comenzar a respetarte», considera Kouyaté, que siendo niño logró salir de su «daara» y se convirtió en cocinero y se dedicó a dar de comer a muchos de estos niños, primero, para luego crear un refugio en el que les acoge y les da alimentos y medicinas.

En este sentido, otra de las iniciativas con las que la ONG riojana Coopera colabora es el proyecto «It will be», una sistema de origen español, aún en proceso, centrado en el uso de tecnología de identificación biométrica, que pretenden en el futuro donar al Gobierno senegalés.

Otra de las líneas de trabajo de las organizaciones internacionales en Senegal y en los países fronterizos pasa por «concienciar a las familias de la responsabilidad que supone tener hijos», explica Cagolla.

«No es estrictamente hablar de planificación familiar, pero sí queremos educar a las familias en que deben saber lo que supone decidir tener hijos, para luego no tener que dejarlos en manos de otras personas, como les sucede a los talibés», incide.

Además, relata, «para las niñas es todavía más difícil» porque «son obligadas a casarse con personas mayores, o a trabajar casi explotadas para quienes les han sacado de sus familias», relata.

Kouyaté y su compañera coinciden en que desde hace años muchas organizaciones europeas y americanas, junto a Naciones unidas, trabajan para concienciar sobre la situación de los talibés.

«Pero no queremos solo apoyo moral, hay que actuar y tomar medidas concretas para que estos niños tengan un futuro», concluye Kouyaté. EFE