Relajo administrativo

Claudio Malo González

Cuando alguien afirma que se siente relajado, entendemos que tranquilo y con tensiones controladas. El mismo término tiene otro sentido; “Disminución de la severidad o rigidez en el cumplimiento de ciertas normas” según el diccionario. Me refiero en este caso al IESS, institución de seguridad social para sus afiliados con un sentido de solidaridad, esto es, igual tratamiento al margen del valor de los aportes personales. Se trata en todo caso de una institución de seguros cuyos recursos deben ser invertidos para, en términos privados, convertirse en exitoso negocio.

No analizo el cumplimiento de los servicios -algunos cuestionados como el de salud, otros normales como la jubilación- Me refiero a la preocupante cantidad de inmuebles abandonados que, lejos de rendir beneficios generan con frecuencia gastos de mantenimiento y restauración. O bien las inversiones fueron desacertadas, o no hay la eficiencia necesaria para negociarlos e invertir su valor en obras que beneficien a todos. Hay caso de acierto como el del Hotel Quito, pero otros desacertados. Recordemos el largo número de años en los que el antigua hospital del IEES en nuestra ciudad permaneció abandonado.

El número de afiliados es de en torno a 2.500.000. El dinero recaudado pertenece a ellos, pero son tantos que, como ocurre en el sector público, es de todos y no es de nadie. No me refiero a la administración actual, sino al proceso desde sus inicios que llegó a niveles “deslumbrantes” en el gobierno anterior. No es necesario que haya una entrega como la de la Madre Teresa de Calcuta, pero sí un razonable orden, considerando que en la administración de recursos públicos debe haber más cuidado y estrictez que en los privados. (O)