Pandemia y creencias

Marco Carrión Calderón

A fines de la Edad Media, en 1340, se produjo la pandemia de la “peste negra” o “bubónica” en Europa y mató a un tercio de la población mundial. Se desconocía la causa del mal (transmisión de una bacteria por picadura de las pulgas de las ratas). Se hacía creer a la gente que, con actos religiosos se la controlaría. Decían que era castigo de Dios y que el remedio era tallar una cruz en las puertas de las casas y escribir allí “Señor, ten piedad de nosotros”.

En la actual pandemia del Coronavirus, nuevamente hay discursos apocalípticos y plegarias, así como actitudes inconcebibles en personas que deben demostrar un mayor grado de prudencia e información.

Los cultos y sus líderes tienen un rol decisivo para sus fieles que buscan orientación y consuelo en épocas como estas.  Hace no muchos días el Presidente Mexicano, Andrés Manuel López Obrador, ante una multitud, sacó de sus bolsillos un par de amuletos religiosos con la oración “Detente enemigo que el corazón de Jesús está conmigo” y dijo que esos eran sus escudos contra el coronavirus y comenzó a besar a las personas. Actitudes irresponsables y de ignorancia inconcebible en el líder de un país tan devoto y que poco ha hecho para contrarrestar la pandemia.

Los encuentros religiosos han sido fuente de contagio. Malasia anunció que unas 190 personas se infectaron por asistir a un rezo masivo en una mezquita. En Corea del Sur, en febrero, una mujer asistió a dos servicios religiosos en una iglesia y provocó el contagio de más de mil personas.

Bolsonario dijo: “Me piden que cierre las iglesias ¿Cómo lo voy a hacer si son el último refugio del ser humano? Iván Duque presidente de Colombia pidió protección a la virgen de Chiquinquirá para la crisis. Los evangélicos, incluido Bolsonaro de Brasil, han tratado de disminuir la importancia de la pandemia. El gobierno de Costa Rica, junto con autoridades de la Iglesia, hicieron sobrevolar por su territorio a la Virgen de los Ángeles para conjurar la enfermedad.

Cada quien tiene derecho a profesar el culto que crea conveniente, pero no se debe hacer creer a la gente que con aquel se lucha contra una epidemia pues las consecuencias son espantosas. Lo más importante es la PREVENCIÓN. (O)