Solidaridad

Eduardo Sánchez Sánchez

Deriva del adjetivo latino “solidus”, entonces podrías decir sólido, compacto, firme. Bien viene relacionar con adherir, apoyar, amor, fraternidad, proteger, hermandad. Símil es el término en otras lenguas, así en inglés “solidarity”, italiano “solidarietá”, francés “solidarité”, alemán «Solidarität», en húngaro “solidaritate”, en rumano “solidaritate”, en polaco “solidarnsc”, lituano “solidarumas”, albanes “solidaritet”.  Por eso parece que se ha escogido esta palabra en tanto expresa de la mejor forma posible el sentido que debe tener quien la practica. La persona solidaria es un apoyo para los más necesitados, para los damnificados, para los más afectados de una tragedia que usualmente es  antropogénico.  Y hemos descubierto el desvío de los fondos y los negociados practicados por los desalmados de turno como sucedió en el terremoto del 2016.

La solidaridad podría ser una adhesión circunstancial, pero con fines ciertos, no vanos ni fatuos como lo hacen los engañadores de oficio, los agoreros de la tragedia, los magos de lejos y charlatanes  que critican todo y no aportan en nada, aquellos que usan el don de la palabra oral o escrita para sus maléficos propósitos. Todos los humanos tenemos un ciclo, un tiempo y una oportunidad. ¿Qué pretenden quienes desean perennizar su accionar y mostrarse como salvadores a control remoto de un país sumido en tragedia y desesperanza?.

La solidaridad no consiste en una eventual praxis frente al llamado de un líder o autoridad, sino que debe consistir en una forma de vida, en una preocupación constante de que hay muchas personas y cerca de nosotros que requieren de asistencia, ésta puede ser desde una sonrisa y una conversación frente a la profunda soledad del anciano. En conclusión debemos ser generosos y practicantes de la caridad.