La fuente de vida está entre nosotros

Por Rafael Cabrera D., párroco de Paccha

Muchas veces estamos tentados a pensar que Dios, es un Dios escondido, lejano, fuera de la historia y de nuestra realidad; sin embargo, cuando recurrimos a la Sagrada Escritura y a nuestra experiencia de fe, nos damos cuenta que Dios es cercano, está en medio de nosotros, camina con su pueblo, celebra sus alegrías, le acompaña y anima en sus momentos de dolor y abre caminos a la esperanza.

A Jesús, el Emmanuel, Dios con nosotros, le encontramos en la casa: Gracias al sí de María se quedó en la casa de sus entrañas, nació y vivió en casa de José y María en actitud de escucha y obediencia. Durante su vida privada y pública se quedó en la casa de tantas familias y amigos con quienes dialogó, comió, festejó, curó y hasta lloró.

El Domingo de Ramos, Jesús con su entrada triunfal a Jerusalén, cabalgado en un burrito y acompañado de la muchedumbre, desafió a los poderosos de este mundo que le acusaron por estar en la casa de los pobres.

El Jueves Santo, en casa de Fulano, en una cena familiar con sus apóstoles, Jesús se despide, donándose generosamente instituye y nos deja como herencia los sacramentos de: La Eucaristía, “Tomen y coman este es mi cuerpo…”; del Sacerdocio, “Hagan esto en conmemoración mía”; y, del Servicio humilde, con el lavatorio de los pies.

El Viernes Santo, Jesús, porque tanto nos amó, se humilló, se sometió a un proceso injusto y cargó con los males de la humanidad hasta dar su vida en la cruz; porque “nos amó hasta el extremo”, se quedó para siempre en la casa de nuestros corazones.

El Sábado Santo de Resurrección, Jesús venció a la muerte, triunfó la vida. Jesús resucitado se presenta en casa de sus amigas y de sus discípulos dándoles la paz. Pidámosle, que hoy también se nos revele triunfante ante la amenaza del coronavirus y nos conceda su paz.

¡Qué bueno es Dios, está con nosotros, en nuestras casas y nos permite gozar de su presencia resucitada en la intimidad familiar! Por ello hermanos y hermanas, frente a la pandemia del Covid-19, responsables con la vida que Dios nos ha dado y que en esta Semana Santa nos lleva a plenitud, en gratitud a tantas personas que trabajan en la salud, a autoridades e instituciones solidarias que están velando por nosotros, arriesgando hasta sus vidas: quedémonos en casa, lugar sagrado para el amor, para cuidar, defender la vida, y construir nuestra salvación.