Tarde vienen los tempranos

Alberto Ordóñez Ortiz

OPINIÓN|
La crisis económica sin precedentes que sacude al país, no es tan sólo resultante de la pandemia mundial que hoy pone en vilo la propia sobrevivencia de nuestra especie; convertida -la pandemia- en el mañoso pretexto del sector financiero para justificarla. El insustancial argumento se constituye no sólo en la palmaria demostración de todo rasgo imaginativo, sino de toda capacidad de conducción en funciones tan exigentes.

Su errático desenvolvimiento, corrió a la par del actual régimen, especialmente desde que el actual Ministro de Finanzas asumió su conducción. Su carta de presentación: haber sido presidente de las cámaras, dignidad que no le capacitaba para el ejercicio de funciones tan complejas como delicadas. De entrada se condonó a los grandes empresarios -sus amigos- en un monto superior a los 4 mil millones de dólares, las deudas que mantenían con el SRI. Durante estos días, 800 millones de dólares de ese mismo sector habrían salido disparados rumbo a los paraísos fiscales.

Cierto que la pandemia ha puesto su cuota, incluida la fatal baja del precio del petróleo, pero, tampoco deja de ser cierto que las arenas movedizas en que se debate nuestra economía, es por obra y [desgracia] de su Ministro, autor de un endeudamiento público y de una impuestomanía ilimitadas y salvajes. Para no más de eso, cualquiera puede ser Ministro. Nada nuevo se ha aportado. Desde esta columna se sugirió que en calidad de tasa -controlada por el SRI- se cobraran 2 o más centavos por toda venta que exceda de los 3 dólares. Por los cientos de miles de ventas diarias el país podría superar el bache, y no resultaría gravosa. Pero lo cierto es que una oscura tormenta de sucesivos desatinos barre con nuestras inaplazables urgencias y amenaza barrer con el propio país. Tarde vienen los tempranos. A veces, demasiado tarde. (O)