Retos y respuestas

Si viviéramos en un mundo en lo que todo está dado en acuerdo con nuestras aspiraciones, la capacidad de razonar perdería importancia y a veces se tornaría inútil. La perfección es un ideal que debemos tratar de alcanzar, pero cuando creemos haberlo conseguido, surgen nuevas insatisfacciones y anhelos que nos retan a alcanzarlos. Vivir para los humanos es responder a esos retos con la esperanza de superarlos. En los demás integrantes del reino animal se considera que, al predominar el instinto en su ciclo vital, hay poco espacio para la creatividad y que las respuestas a los problemas nacen de su organización instintiva que predomina sobre el pensamiento.

Si en alguna medida los seres humanos podemos hacernos en el tiempo con diferencias respecto a los otros, se debe a que, en el ordenamiento de nuestras vidas, la capacidad de razonar supera a los instintos propios de nuestra condición animal. Podemos, con un razonable grado de certeza, anticipar lo que ocurrirá y un importante porcentaje de nuestras acciones tienen sentido en cuanto esperamos resultados en el futuro. En mayor o menor grado, la vida humana es una secuencia de retos y respuestas que incentivan nuestra creatividad. La incertidumbre en el futuro nos lleva a usar nuestra razón para superar problemas que concuerden con nuestra visión de la realidad y nuestras aspiraciones.

La rutina, al margen de su aspecto negativo, es cómoda porque ahorra problemas debido a hábitos y costumbres incorporados a nuestras existencias. Cuando aparecen situaciones críticas como la que vivimos estos días, a gusto o disgusto, tenemos que reflexionar en las condiciones cotidianas y a buscar mentalmente formas para superar esos retos imprevistos con respuestas adecuadas. Sin negar efectos negativos de esta situación, vale la pena considerar que también hay componentes positivos que nos invitan a afrontar problemas individuales y a reflexionar sobre la consistencia del orden establecido con respuestas creativas a los retos.