Humanitarismo neoliberal

Carlos Castro Riera

OPINIÓN|

Los grandes empresarios lograron que se elimine del proyecto de Ley de apoyo humanitario por el COVID 19, su contribución económica para solventar la crisis sanitaria y a la vez alcanzaron que se incluyan varias normas laborales, algunas de ellas pertinentes, favorables a sus intereses. Así quedaron intocados los grandes grupos económicos. Ese es el humanitarismo neoliberal: beneficios para una minoría y sacrificios para la mayoría de desposeídos. Después se sorprenden por los estallidos sociales ocultando su responsabilidad por la avaricia.

El humanitarismo neoliberal se rasga las vestiduras exigiendo disminución del presupuesto para programas sociales, pero reclama aumento de la asistencia del Estado para el salvataje de las grandes empresas; demandan la supresión de los subsidios estatales, pero a la vez exigen ventajas tributarias, arancelarias y facilidades crediticias para los mega negocios.

Esta misma visión neoliberal articuló el proyecto de Ley Orgánica de Ordenamiento de las Finanzas Públicas, que perseguía entre otras cosas, tener mayor injerencia del poder político en el IESS, cuya masa de dinero patrimonial está en la mira de quienes tratarían de hacer negocios privados con la seguridad social, limitar la autonomía de los GAD, y del Banco Central para hacerle funcional a la banca privada siguiendo las exigencias fondomonetaristas. Como el ámbito de las finanzas públicas es técnicamente complejo se pretendió pasar de agache la concentración de las decisiones en el poder central, aunque cualquier ordenamiento fracasa con la corrupción.

Los humanitaristas neoliberales frente a las finanzas públicas expresan su preocupación por los peligros que acechan a la dolarización, pero poderosos empresarios sacan los dólares al exterior y a paraísos fiscales. Se quejan de la falta de inversión en el país y especulan con sus inversiones en la banca extrajera, hablan de crisis fiscal y algunos millonarios son deudores mañosos y morosos del SRI. Se preocupan tanto por el país, pero hacen poco por él. El ventajismo es su divisa.

Mientras tanto la suerte del pueblo ecuatoriano discurre en medio de disputas entre grandes grupos de poder económico representados por ciertos líderes que hacen de la política un mercado y bien sucio. (O)