La conciencia e inconciencia

Edgar Pesántez Torres

OPINIÓN|

“No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista”. Cierto el refrán popular, pues lo testifican  innumerables albures que el cuerpo soportó pero al fin salió airoso. Hoy resistimos a  una nueva peste que está diezmando a la humanidad, cuyo virus jamás sabremos si fue creado  fortuita o intencionalmente; lo que sí nueva conducta cambiará.

Efectivamente será un mundo distinto, puesto que la fatal experiencia que nos llevó a una cuarentena universal nos hará cambiar de pensamiento y dirección. Si antes de la crisis nuestro comportamiento fue como fue, ahora, ante los estímulos crueles que recibimos,  forjará una nueva cosmovisión de la vida, la naturaleza y Dios.

Nuestra conducta mudará de aires por dos vías: 1) CONSCIENTE, reflexionado que la vida tiene valor cuando nadie impide la libertad, pero que ésta es condicionada por leyes de la naturaleza y no sólo de la especie. De aquí que debemos estar más atentos al comportamiento de los tres reinos de la naturaleza, con el fin de que no se revelen en perjuicio de todo y  todos. 2) INCONSCIENTE, quizá de mayor importe que la otra, porque se produce de modo automático, sin pensar o reflexionar actuaremos ante estímulos internos o externos. Este comportamiento inconsciente será más determinante para nuestras acciones, porque todo lo que estamos viviendo permanecerá en algún sitio del cerebro para actuar a futuro de manera instintiva.

Todos habremos advertido con perplejidad  que los fastuosos  bienes adquiridos y acumulados sirven de poco cuando la amenaza acorrala y la vida pende de una eventualidad. En momentos de trance la riqueza no sirve siquiera para las insubstanciales exaltas al difunto, menos para llevarlos en cajas señoriales a velatorios fachendosos y de ahí a nichos panorámicos de la ciudad, como sugiere la publicidad “necropolitana”. Hasta los homenajes póstumos que se venía haciendo con tanta parafernalia dará un giro, y ahora iremos del  lecho al nicho, sin inútiles magnificencias.

Este un simple ejemplo de la nueva cosmovisión que tendremos de  la vida, que a no dudar hará que nuestro comportamiento sea diferente en casa, en el trabajo, en el ocio, en el deporte, con los amigos, con la familia…

Vendrá mayor apogeo en la utilización de los ordenadores y el Internet, que por ahora se los utilizaba más como pasatiempo que por trabajo y aprendizaje. Los cuestionados estudios virtuales y a distancia cobrarán fuerza y será el camino hacia el mayor aislamiento. ¿Y el hombre social por naturaleza? ¿Impredecible? (O)