Aprendí a morir

Josefina Cordero Espinosa

OPINIÓN|

Los grandes poetas fueron también filósofos porque amando la sabiduría, se inspiraron en la vida y en todo lo que es bello y trataron el tema de la muerte, más allá del dolor y de la angustia, mostrándola como el tránsito de nuestra arcilla frágil a la trascendencia del espíritu. Aquí, copio algunos hermosos pensamientos

Según el poeta hindú Rabindranath Tagore, “La muerte no es apagar la luz, es apagar la lámpara porque ha llegado el amanecer, bello pensamiento que me ha recordado el que dijo Omar Khayyan hace más de mil años: “Puesto que ignoras lo que te reserva el mañana, esfuérzate por ser feliz hoy. Toma un cántaro de vino, siéntate a la luz de la luna y bebe pensando en que mañana quizá la luna te busque en vano”.

El japonés Koraku dijo que la muerte es como “La alegría de las gotas de rocío // en la hierba cuando // van transformándose de nuevo en vapor”.

San Gregorio proclamaba con fe: “Tú, ¡Oh Señor! nos has liberado del miedo a la muerte y has hecho del final de la vida el principio de la verdadera vida para nosotros.

Martín Lutero escribió sobre la muerte de Cristo: “Así la muerte mató a la muerte, pero esa muerte que mata a la muerte es la vida misma”.

Francisco de Quevedo, siempre sentencioso, afirmó: “Mejor vida es morir que vivir muerto // ¡Oh piedad!; en ti cabe gran fiereza, // pues mientes apacible tu aspereza // y detienes la vida al pecho abierto”.

Meditando en estas sentencias, se aprende a morir. (O)