OPINIÓN|
Hasta los no creyentes dicen que actúo la justicia divina. Una avioneta se accidenta a pocos metros de la frontera sur, en territorio peruano. En el aparato se movilizaban varios amigos y una reina de belleza. Uno de ellos había cambiado su identidad; el piloto murió, pero no creían que era él, sino el otro que parece se quedó en una parada “técnica”. Alguien fugó; el de la identidad cambiada está hospitalizado en Guayaquil y le espera la policía para llevarle a la cárcel 4 de Quito. Ella dice no saber a dónde iban, porque vive en otra realidad: el mundo soñado del dinero fácil y el placer infinito.
Una historia de novela como para que Arturo Pérez-Reverte escriba la Reina del Sur II, ocurrió en este país asolado por una historia de corruptelas, chantajes y asociaciones delictivas creadas desde mucho tiempo atrás, que han extendido sus tentáculos en todos los segmentos de negocios; y en especial, el de los insumos médicos. Si no se caía la avioneta, muchos de los secretos bien guardados para saber quiénes están detrás de esta red, pudieron quedar en el olvido.
Daniel Salcedo Bonilla, el auténtico, el actor principal de esta trama es un hombre con una monumental fortuna. Bienes en el Ecuador y en Miami dan cuenta de un vertiginoso crecimiento económico. Las versiones oficiales indican que ya hacía negocios desde el 2014 con la Gobernación de Guayas, MIES, Inmobiliar, la Contraloría de Pólit, continuando en estos tiempos en sus mismas andanzas, a través de amigos íntimos, la mayoría jóvenes poderosos en lo político y económico, sumados a técnicos de “bajo perfil” sembrados en las instituciones públicas.
Están siendo investigados por presuntos actos de corrupción en las compras de insumos médicos en esta época de pandemia, 30 hospitales y 58 municipios. El Ministro de Salud ha denunciado la presión de varios asambleístas para captar cuotas de poder en el área médica. Está fácil de presagiar el final de esta trama. Bien por la justicia y la policía que hasta el momento han puesto todo su esfuerzo para desbaratar esta mafia. (O)
