Guardaparques

Mario Jaramillo Paredes

OPINIÓN|

El polo opuesto de un pipón es un Guardaparque. Mientras el primero calienta, oloriza, aplana la cómoda silla que le dieron para que haga siesta, los guardaparques en cambio caminan incansablemente bajo la lluvia, el sol, el frío o el calor. Hacen un trabajo fundamental para cuidar los parques nacionales y ayudar a quienes llegan a esos parajes para conocer nuestra maravillosa naturaleza.

Una noticia que en buena hora acaba de ser aclarada, señaló a inicios de esta semana que el Ministerio de Ambiente había decidido despedir los servicios de un número significativo de guardaparques. Luego desde ese mismo portafolio ha habido un intento de aclaración señalando que se trata de una confusión por “los procesos de fusión” que están dándose en ese ministerio. Es de esperar que así sea y se trata de una confusión, pues es inadmisible que se separe a guardaparques y se mantenga pipones.

Cuando se habla de un estado obeso y de pipones, estamos refiriéndonos a miles de burócratas inservibles que entraron a puestos públicos por haber pegado propaganda en la campaña electoral o ser amigos del cacique del pueblo. Son miles en estos últimos años y en buena parte el dinero gastado en sueldos de esos pipones es lo que hoy falta para salud y educación.

Desde los tiempos de don Lizardo Guevara, el legendario caminante y guía en el Parque Nacional Cajas – que no fue empleado público, pero si el símbolo de los guardaparques- respetamos y valoramos el trabajo que cumple esta gente en los lugares más recónditos, protegiendo la fauna y la flora de los parques. Enseñando a los visitantes a respetar, conocer la naturaleza. Y, no pocas veces, salvando vidas de visitantes extraviados o accidentados. (O)