El remanso de paz

Hernán Abad Rodas

OPINIÓN|

Desde el momento de nacer nos preparan para ser “alguien”, tenemos que conseguir en la vida dinero, poder, posición, premios, galardones, o cualquier forma de identidad que nos convenza a nosotros y a los demás, de que somos hombres de “éxito”.

La escalera que lleva al éxito según la sociedad de consumo se basa en el concepto del más, mejor, óptimo. El último peldaño de dicha escalera es la mayor acumulación de recursos materiales posibles.

Un hombre pelea durante toda su vida para alcanzar el último peldaño, cuando lo consigue, descubre que la escalera estaba apoyada en la pared equivocada.

Debe entenderse que no sugiero que se tengan que suprimir las metas, los sueños, los deseos, las aspiraciones, todo ello añade cierta riqueza a la vida. Sin embargo, somos tontos al depender de ellos para lograr la felicidad.

Vivimos en mundo complicado, y en un país donde reinan la demagogia, el desempleo, la corrupción, la inseguridad, la manipulación de la justicia etc. Estoy seguro de que muchos habrán reflexionado sobre estas preguntas que están en la mente de todos ¿cómo disfrutar de la vida en un mundo que, cada vez se halla más sumido en la lucha?; ¿cómo dejar de preocuparnos si tantas cosas parecen amenazarnos?

La alegría de vivir ha desaparecido, la vida actual se ha convertido en una batalla cotidiana por la supervivencia. En un mundo donde predomina el Darwinismo social, todos necesitamos disponer de un REMANSO DE PAZ al que podamos volver una y otra vez para curar nuestras heridas.

El remanso de paz está en ese maravilloso lugar que es el interior de nuestro ser, en el que se encuentran todas las cualidades divinas, como el amor, el afecto, la fuerza, la intuición, la alegría, la gratitud. Cuando vivimos en este remanso de paz que es el Yo superior, somos libres para disfrutar lo mejor que pueda ofrecernos la vida, la paz y la euforia colmarán nuestro corazón, saldremos de la sombra y descubriremos la esencia de una vida positiva.

El secreto del corazón se halla encerrado en la paz espiritual, y es sólo en ella en donde encontraremos nuestra verdadera alegría, mientras que la felicidad material sólo sirve para ocultar el profundo misterio de la vida. (O)