¿Cuánto le debo?

Ana Abad R.

OPINIÓN|

Seis de la mañana, la Ciudad está apenas despertándose. Se puede aún escuchar el trinar de los pájaros, no hay todavía bulla de carros, disfruto de las calles desoladas y de estos amaneceres fríos y lluviosos mientras atravieso el parque, con la certeza que la tienda de doña Lourdes ya estaría abierta. Me encuentro con “la veci” revisando sus cuentas. Con un largo suspiro responde a mis saludos, cierra el cuaderno y azarada me dice: “usted es periodista, ¿cuándo será que pase esto?, y, encima, con tanta gente muriéndose, nada podrá ser igual”, preocupada por las crecidas deudas de los vecinos, algunos ya han hablado con ella para que “les espere” porque han perdido su trabajo, a otros no les pagan y hay quienes “desde antes mismo de esto, ya estaban mal”. Las tiendas barriales son indiscutibles sensores de las crisis que atravesamos, sienten el duro apretón económico porque gracias a la “venta al fío” –verdadero sistema de microcrédito– apoyan a sus vecinos y hacen de la solidaridad una verdadera alternativa frente a un Gobierno que ha sido rebasado por la profunda crisis ética, económica, social y política que vivimos. (O)