No queremos salvadores sino servidores

Hugo Lucero Luzuriaga

OPINIÓN|

Faltan escasos 7 meses para elegir a presidente, vicepresidente y asambleístas, por ello, es oportuno insistir que no queremos a autoproclamados salvadores sino a servidores a la patria. En este momento el panorama político es aún incierto, debiendo destacar que ya aparecen precandidatos en un espacio donde la mayoría de ciudadanos están renuentes de la política a la que consideraran como el modus vivendi de cleptómanos, corruptos y aprovechadores de la sinceridad y aspiraciones de los ecuatorianos, sin embargo, a pesar de este escenario renuente a políticos se avizora la presencia de falsos iluminados, líderes de marketing, embusteros de profesión y hasta poderosos representantes de empresas electoreras que se insinúan en mostrarse como: salvadores de la patria, enemigos de la corrupción, leales a los pobres y dadivosos de alimentos, viviendas y trabajo para todos.

En este contexto, es interesante para las potenciales autoridades considerar que según últimas encuestas el 65 % de la población no ve con buenos ojos a los precandidatos, destacando que alrededor del 50 % del padrón electoral estará conformado por electores millenials (nacidos entre 1980 y 1997)  y centenials (nacidos entre 1997 y 2004), en buen romance votantes jóvenes que acaban de ser testigos y  víctimas de desgobiernos ofrecedores e incumplidores; constituyéndose en voces “frescas” que apostarán por un gobierno de servicio y no falsos redentores de los ecuatorianos.

Ante esta coyuntura debemos exigir la presencia de políticos serios con pasión de servicio o vocación, con mesura, sentido de responsabilidad, con formación ideológica, con programas concretos y viables, mas no personajes desgastados, aventureros en busca de súbditos que reemplacen a los ciudadanos, empero, ante la proximidad de las elecciones seguros estamos que seguirán apareciendo muchos “nombres”, por consiguiente en nosotros está la gran responsabilidad de evadir a aquellos que se creen salvadores de la patria exigiendo que entiendan que la política es un servicio a los demás. A pesar de todo como alguien ya dijo: “la palabra política repele”. (O)