Recobrar la política

Gonzalo Clavijo Campos

OPINIÓN|

Un charlatán es un individuo que habla en exceso, por lo general, sus palabras no tienen sustancia o contenido.  La acepción más negativa de charlatán se vincula al embaucador o estafador que con la locuacidad o verbosidad de su discurso persigue el engaño como en el caso de algunas personas que en siglos pasados se dedicaban a las ventas ambulantes.

Personajes muy similares se mira  diariamente en la actividad política de nuestro golpeado país. Sujetos audaces, diestros en el embuste, de palabra fácil, empalagosa, sin sonrojarse, proliferan como mala hierba que invade predios. Sin valores ni  principios éticos ni morales, tan venidos a menos en la actualidad. Queriéndonos hacer creer que  portar un grillete, tener sentencias o estar preso o sentenciado fuese un requisito más para ser presidente o asambleísta.

La política es la ciencia de la gobernación de un estado o nación, un arte de negociación para conciliar intereses, promoviendo esencialmente el bien común, sobre todo el beneficio de la sociedad. Pero localmente se ha desprestigiado por completo este objetivo fundamental, convirtiéndose en un circo o mercancía, refugio de la mediocridad y la delincuencia.

Sin embargo, el país tiene la oportunidad de dar un paso gigantesco hacia mejores días decidiendo sobre todo por capacidad y valores que por sentimentalismo al nuevo gobernante. Por cierto, los candidatos con propuestas más serias deben conectar con el electorado con mensajes que reflejen las aspiraciones más íntimas, las más sentidas.

El desempleo, la corrupción y la reactivación económica  son las principales preocupaciones actuales de la sociedad, pero no es menos importante la salud por las falencias evidenciadas en la pandemia. Además, el crónico déficit fiscal, falta de competitividad, fragilidad del sistema de seguridad social, la necesidad primordial de mayor cohesión social, siguen siendo desafíos que requieren decisiones urgentes y bien meditadas. (O)