Como maíz canguil

Juan F. Castanier Muñoz

OPINIÓN|

Pues si amables lectores, tenemos tal cantidad de candidaturas presidenciales, que parecen maíz canguil. Es más, sugiero muy de veras al Concejo Nacional Electoral, que con los “bandazos” de su presidenta se encuentra en muy mal predicamento, que promueva un concurso internacional alrededor del número de candidaturas presidenciales y, estoy seguro, que podríamos acceder a algún reconocimiento importante a través del número de postulaciones en nuestro país. A propósito, un ingeniero de apellido Grijalva, recién designado como el “capo” para el manejo técnico de los resultados electorales, ha sido denunciado por tratarse de un “furioso correísta”. ¡Por favor, darán espulgando al man, no sea que los resultados de las próximas elecciones nos resulten más malolientes que los del 2017!

Ahora, lo más grave no es realmente el número de candidaturas en sí, lo grave surge cuando nos ponemos a pensar ¿para que se lanzan ciertas candidaturas que ya se sabe, de antemano, no van a llegar a ninguna parte?, ¿cuál es el objetivo de estos candidatos y de las agrupaciones auspiciantes para “meterse” a la lid presidencial si, de hecho, no más de tres o cuatro postulantes tienen chance realmente para llegar a la segunda vuelta electoral?. Quedan tres opciones: la una, que como no les cuesta dinero porque los gastos de campaña van a ser sufragados por los ecuatorianos, les resulta interesante el mantenerse en la papeleta electoral; dos, para poder lanzar listas provinciales para asambleístas y “cumplir” con las exigencias de la ley electoral; y, tres, que a sabiendas de que van a quedar “zapateros” en la primera vuelta, el pequeño porcentaje de votos obtenidos les permita, como hizo el célebre Espinel en las elecciones del 2017, “negociar” su apoyo en la segunda vuelta para obtener, en caso de un triunfo electoral de su flamante socio, alguna canonjía intrascendente.

¡Esa es la gran verdad! Esta época, en que los acuerdos para conducir el país debían constituirse en el eje de cualquier discusión seria y responsable, se convierten en un vergonzoso concurso sobre quien obtiene la mejor tajada electoral. ¡Peor que el covid! (O)