La vida y su infinita importancia 

Hugo Darquea López

 OPINIÓN|

La semana pasada empecé una serie sobre el cambio profundo que exige nuestra sociedad, dentro de su contexto, ahora pretendo poner una nota sobre la trascendencia de la vida, entendida como el hecho que a todos y a todo nos anima. En efecto sin ella no hay nada en la realidad esencial de la existencia.  Pensemos un instante que, gracias a la razón, a la conciencia que tenemos de este fenómeno único, podemos dar cuenta de lo que somos y del mundo que habitamos.

Bien se afirma que la vida es todo y que todo es vida, desde el gusanillo que se mueve por un recodo del jardín, como desde ese mismo enclave de materia hasta la vida organizada del cosmos y del mundo íntimo, personalísimo que es nuestra vida. Allí se encuentra el designio de Dios que ha creado el universo en su expansión cósmica del tiempo y del espacio. En este escenario nos realizamos, por eso mismo tenemos un deber para la naturaleza y la vida humana en su misterio indescifrable.

Desde la concepción hasta el final físico del hecho único de vivir, todos debemos respetar el don de la vida y el derecho a su plena realización, como la salud y la protección a las madres y a los seres humanos que nutren con su propio ser desde la concepción y, por supuesto a los ancianos, en ese mundo al que estamos abocados, todos somos responsables de la atención prioritaria, que, en la trascendencia de su devenir, así lo exige la ineludible cuota de responsabilidad comunitaria.  (O)