Quejas de la ciudadanía

EDITORIAL|

Desde distintos lugares de la ciudad llegan en estos días reclamos a las autoridades correspondientes por la falta de control que éstas deben ejercer. En la entrada sur de la ciudad se reubicó a inicios de la pandemia a los comerciantes del Mercado de El Arenal. Cuando el mercado se reabrió, la mayoría de comerciantes retornaron. Pero otros se quedaron. Hoy constituyen un serio problema por el desorden que allí impera y por las pésimas condiciones higiénicas en que se expenden los productos, especialmente alimentos.

En el otro extremo- al noroccidente de Cuenca- se encuentra asentada la zona de tolerancia. Contra toda norma sigue allí pese a que existen en su entorno inmediato, centros educativos, templos y un vecindario que sufre las secuelas de la delincuencia, drogas y violencia que allí existen. Por la pandemia las autoridades cerraron los prostíbulos, pero ahora la prostitución se ofrece en las puertas de edificios y casas de la calle Cayambe. Los vecinos vienen reclamando la reubicación y, mientras llegue esa acción, un mayor control de las autoridades y han anunciado medidas de hecho ante la demora municipal en resolver el cambio pedido por los ciudadanos que habitan en esa zona.

En los dos casos que merecen reclamos insistentes de la ciudadanía, las autoridades- Municipio e Intendencia- realizan controles, pero éstos se convierten en el conocido juego del gato y el ratón. Llegan los agentes y quienes infringen las normas, se esconden hasta que los que controlan se van. Luego las cosas siguen igual, hasta el próximo control. Quienes sufren las consecuencias son los vecinos, es decir la gente que vive en esas zonas. Los controles deben seguir, pero el tema de fondo va por una acción firme del Municipio resolviendo una prohibición rígida en el primer caso y un cambio de ubicación de la zona de tolerancia, antes que los ciudadanos busquen soluciones por su cuenta.