La procesión de la ridiculez

Gerardo Maldonado Zeas

OPINIÓN|

El ipad fue el protagonista, con un retrato conocido que hablaba desde Bélgica. La procesión de la ridiculez, la manifestación más bufona de irrespeto a un país, a su gente, a su institucionalidad. Llevaban en las manos el rostro de alguien que se fue de este espacio perseguido por sus propios demonios, para refugiarse en el oscuro escondite del cual posiblemente no salga nunca.

Fue su propio reglamento, las cláusulas incluidas con su pupilo Domingo Paredes del  CNE, cuestionado siempre en estos últimos 13 años, el cual impidió formalizar la estrategia del populismo cruento. Y con eso, Arauz, repatriado de México, se quedó sin binomio. Y los seguidores, la gran mayoría de ingenuos creyentes que todavía deambulan como almas en pena, acusaron a todos: medios de comunicación, gobierno, CNE, iglesia, cámaras de la producción, a los otros candidatos, a los desconsolados hijos de Manabí a quienes les robaron todo, y a su propia conciencia, que les martiriza cada segundo.

Quisieron practicar a la ecuatoriana, lo que los Fernández hicieron en Argentina. Buscar el control del poder desde la vicepresidencia, desplazando al títere, quien en uno de sus actos de profunda emoción dijo querer manipular la economía, para replicar el funesto episodio de una Venezuela depredada.

Ahora corren peligro de ser inhabilitados los dos, y con eso quedarse con los vestidos comprados. Ya no tienen el dinero que sacaron de los empresarios truchos, hoy cuestionados en el caso Sobornos 2012-2016, para hacer campaña con sanduches, camisetas, compra de conciencias en las Cortes de Justicia, y amenazas a quienes discrepaban con su modelo.

No existe persecución política, ni se han conjurado todos los traicioneros; es la aplicación del principio de legalidad, a quienes jugaron con el poder, las leyes, las personas honorables, los gremios, etc, etc. Les dieron de su propia medicina. Ojalá al leer el diario en las primeras horas de la mañana de hoy sábado, se haya negado el recurso de casación. Entonces, la credibilidad en la justicia, empezará a fortalecerse. (O)