Los romeriantes de Turi

Maria Rosa Crespo

OPINIÓN|

Cada año, desde los primeros días de diciembre los caminos que van a Turi se llenan de romeriantes campesinos: familias enteras, jóvenes parejas con niños en brazos, abuelos, padres, hijos, nietos, compadres y vecinos que acuden de todas partes, sobre todo de la Provincia del Cañar, para rezar al Señor de Belén. El culto a Cristo Crucificado que se venera en la gruta situada en la colina de esta parroquia se remonta a una época muy antigua, hoy está representado por una imagen de piedra con rasgos indígenas, a su alrededor crecen los geranios, alumbran las velas de los devotos, al pie del Señor las fotos de quienes fueron a Estados Unidos y España en busca de trabajo: gente joven, rostros masculinos y femeninos muchos de ellos ya desvaídos por el tiempo. Pero están también las otras peticiones campesinas a través de las cuales se solicita la protección divina, representadas en pequeñas esculturas con el pelo de los animales domésticos y la tierra de los campos. A su regreso cada romeriante lleva una estampa del Señor de Belén colocada cuidadosamente en la parte más visible de su sombrero, así como la tierra milagrosa de la gruta que esparcida en los terrenos de cultivo asegurará una buena cosecha y en el umbral de las viviendas servirá para ahuyentar a las enfermedades y a los ladrones. (O)