Una Primera Victoria

Andrés F. Ugalde Vázquez. @andresugaldev

OPINIÓN|

Es una victoria que nos había sido esquiva durante demasiado tiempo y hoy es una luminosa realidad: la Consulta Popular en defensa por el agua y los páramos de Cuenca ha sido aprobada por la Corte Constitucional para decidir sobre la minería metálica a gran escala en las zonas de recarga hídrica donde nacen los ríos de Cuenca.

¡Bravo por eso! Ya era hora de permitir que la gente, y no los apetitos del poder, decida sobre su territorio y su derecho a la vida. Después de todos los reveses y las negativas, sostenidas por sutilezas jurídicas, ya era hora de tener una buena noticia.

Y habrá que considerar algunos temas transcendentales: ¿Qué la minería es una actividad que genera riqueza? Posiblemente, si la extracción se da en zonas de bajo impacto ambiental. Y este no es el caso. Aquí hablamos de uno de los ecosistemas más sensibles y todo el oro del mundo no compra un metro de humedal en aquel santuario de la vida que son los páramos. Como tampoco es cierta aquella premisa del desarrollo para el territorio. Desde la Potosí de la Colonia, pasando por Zaruma y la explotación petrolera en nuestras selvas amazónicas, la historia se repite incansable: desastres ambientales y pueblos sumidos en la miseria mientras los muchos millones arrancados a las entrañas de la tierra terminan en manos extranjeras.

¿Qué la minería artesanal es aún más perjudicial y que debería prohibirse también? Sin duda, sin embargo, ampliar el espectro de la consulta hubiera sido entregar la fórmula para negarla. Este es nada más un primer paso. Pero un paso contundente en un largo camino de defensa del páramo.

¿Qué hay que analizar el dictamen de la corte con cuidado y leer la letra pequeña? Cierto. Sin embargo, ya nada podrá el hecho de que con este voto estaremos escribiendo la historia. Estaremos garantizando el futuro y la vida para nuestros hijos. Estaremos cumpliendo una misión que nos corresponde solamente a nosotros, a nuestra generación. Pues, si fallamos en este empeño, cuando les llegue la oportunidad a nuestros hijos, ya no sé si todavía quedará algo que defender… (O)