Dura recuperación

EDITORIAL|

Todavía la pandemia del coronavirus es un “huésped no deseado”; no hay datos confiables sobre su desaparición o debilitamiento, pero los efectos negativos en el mundo en el campo económico son muy fuertes, tanto para países muy ricos y los más pobres. Se está retornando a lo que denominamos normalidad en el sentido de organización social y pautas de conducta tradicionales, pero sin eliminar una serie de formas de comportamiento para evitar las aglomeraciones y la rapidez de los contagios. Cuando se llegue a la normalidad, tendremos que hacer frente a los efectos de la crisis en múltiples ámbitos de la vida individual y colectiva.

El problema es mundial, lo que siguiendo una interpretación del refrán tradicional “Mal de muchos, consuelo de todos” nos lleva a pensar de manera diferente de que si sólo se tratara de una crisis nacional o local. Los países más desarrollados tendrán que tomar duras medidas en el área económica, lo que directamente impactará a los Estados menos desarrollados que, de alguna manera, dependen de los ricos. Los países pobres tendrán que actuar frente a un incremento de la pobreza del que, con o sin éxito, se trata de disminuir. El endeudamiento exterior será más complicado, peor aún el pago de las deudas contraídas con anterioridad.

En todos los casos, inclusive el de nuestro país, hay una tendencia al pesimismo y a sufrir con anterioridad sobre lo que esperamos ocurra. Mantener esta actitud es negativa desde todos los ángulos, de allí que, con una visión positiva, es importante pensar cual debe ser la mejor manera para salir delante de estos problemas. Hay que reflexionar en que uno de los fuertes daños del capitalismo es el consumismo y que debemos organizar la vida prescindiendo de lo innecesario. En cualquier crisis la solidaridad es fundamental, en lo que nos espera hay que pensar seriamente que tenemos que reforzarla, para superar el egoísmo y pensar más en las necesidades colectivas que en las individuales.