“Emociones perturbadoras”

Claudia Acosta A.

OPINIÓN|

Se dice que las emociones no son más que respuestas químicas de nuestro cuerpo ante determinados estímulos, nuestro organismo capta señales del ambiente, las procesa y da una respuesta que irá acorde a las necesidades; huir, sentir placer, agredir, calmarse, en fin… ahora ¿es importante conocerlas, educarlas, comprenderlas?

Padres y maestros de occidente no hemos tenido como premisa importante el trabajo con las emociones, más aún, muchas de éstas, esas que no nos son agradables, que no nos hacen sentir bien, llamémosles “emociones perturbadoras”; desde pequeños se nos insta a evadirlas, no verlas, mejor silenciarlas, no escucharlas… crecemos divididos,  desintegrando  nuestro ser entre lo que el mundo de afuera piensa está bien sentir y lo que suponemos está mal hacerlo, aprendemos a maquillar nuestra tristeza con alegría no sentida, crecemos poniendo un fuerte corsé a nuestra rabia (sobre todo las mujeres) no es adecuada expresarla y si eres hombre,  cuidado se te escapa una lágrima… limitamos nuestro sentir, pero sobre todo,  nos culpamos de sentir…

La educación no debe dar por hecho que este trabajo de preparación emocional, viene por añadidura con el ser humano, no creo que éste sea una labor que tengamos que hacerlo a solas y cuando nos toque en algún momento de la vida y por lo general en circunstancias difíciles en las que no sabemos cómo lidiarlas, no aprendimos a hacer frente a nuestro dolor, miedo, tristeza…

Ahora ¿qué pasaría si desde pequeños, en la casa, en la escuela nos enseñaran a mirar nuestras emociones sin clasificarlas de buenas o malas?, como algo tan concreto y práctico como saber sumar y restar; trabajar con éstas desde una actitud totalmente abierta, curiosa, no se trata de qué está bien sentir y qué no, se trata de aprender a observarlas…

¿qué pasa si cojo a esa pequeña ira, la siento, respiro, la observo?, ¿cómo es? ¿cómo la siento en mí? ¿podría describirla, ponerle un color, una forma?, ¿por qué viene?, ¿cómo viene?, sentarme con esta emoción y conversar, no rehuirla más, quizás si la observo alerta, atenta, quieta, tiene alguna historia que contarme, y entonces podría ser que llegue un momento que sin ni siquiera darme cuenta esta pequeña ira deja paso a su hermana la calma; y es que ésta  es otra importante enseñanza no dada, las emociones que nos perturban tienen como contraparte las que nos traen bienestar, vienen dadas de la mano:  placer y  dolor,  coraje y miedo,  tristeza y  alegría, son hermanas muy cercanas! (O)