Pandemia y pobreza

EDITORIAL|

La pandemia profundiza los niveles de pobreza, extrema pobreza y desempleo en el Ecuador. En este contexto, Cuenca no es la excepción.

Hay personas, entre ellas extranjeras, que deambulan por calles, plazas, parques, en los alrededores de restaurantes y centros comerciales en pos de ayuda económica.

En los últimos días se ve a gente que ha hecho de los puentes su “hogar”. Allí pernoctan en condiciones infrahumanas. Sobreviven reciclando botellas, vendiendo bagatelas, o simplemente de lo que recogen como limosna.

La Coordinación Zonal del MIES da cuenta de que apenas hay un albergue provisional para personas que se quedaron sin ingresos económicos o vivienda. En tanto que el proyecto Vida, administrado por la Municipalidad, interviene en casos de mendicidad en convenio con organizaciones de apoyo a la población vulnerable.

Y el propio MIES reconoce que el problema de la mendicidad es creciente, pese a que brinda ayuda permanente según las disponibilidades económicas del Estado.

Tales sinceramientos, por un lado, demuestran cuan precaria es la ayuda estatal; y, por otro, la vulnerabilidad a la que está expuesto un alto porcentaje de la población.

Sin embargo, son acciones positivas, pero, insistimos, insuficientes a la vez, dada la problemática social y económica, que bien podría profundizarse habida cuenta que Cuenca es un polo de inmigración interna, sobre todo desde las provincias vecinas y aún de la propia Azuay.

Y los que llegan, más los citadinos que se quedaron sin trabajo (11.000 según la Cámara de Comercio; 20.000 de acuerdo a la Municipalidad), título en mano, unos; otros, mostrando las destrezas en sus oficios, buscan una oportunidad en un mercado laboral de por sí diezmado.

Alentamos a que las autoridades tomen nota de una grave realidad social, fomentando mecanismos que permitan a las personas en condición de vulnerabilidad sobrevivir con decoro; y al Gobierno central asumir lo suyo por medio de políticas de Estado que rebasen lo meramente coyuntural.