Al mes de su viaje infinito

Edgar Pesántez Torres

OPINIÓN|

No nos queda el remordimiento de haber evadido participar en lindos momentos de la vida, insuficientes pero imperecederos, con el amigo que un día de agosto salió en moto y que un fatal incidente cegó su existencia. Ya nunca lo veremos, tan solo nos imaginaremos y recordamos los humanos relámpagos que participamos con JUAN ARIAS DEIDÁN.

Ha pasado el dolor más fuerte, aquel terrenal que es como un libro del que hay que leer los ejemplares de la edición completa, porque cuando terminamos hay más ediciones. Ese mismo es el dolor que produce la muerte de un amigo querido: cada aniversario es una nueva impresión porque se fue después de prodigar amor a sus seres queridos y entrar a la vida de los amigos, sin más condiciones que la entrega.

Fuimos compañeros del colegio, colegas de profesión y entrañables viajeros de este mundo. Nuestra promoción de La Salle tuvo algunas sombras: aún estudiantes, a la salida de la comunidad, Raúl Auquilla fue atropellado de muerte mientras jugábamos carnaval; más tarde, Julio Bahamonde falleció en el desplome de Saeta. A poco de egresados Patricio Garzón pereció en un accidente de tránsito. Hace un mes, en la aurora de septiembre, Juanito sucumbió arrollado y una semana después Bolívar Delgado expiró por el maldito coronavirus.

Todos ellos ahora son reminiscencia: ya no los vemos, solo los imaginamos.

Con Raúl Zamora, en su residencia de Nueva York, al que también se le dio un tiempo como fallecido, conversábamos coincidiendo en la personalidad carismática de Juan: sencillo, solidario, profesional cabal y amigo sin condicionamientos. Fue motivador del Café-quincenal de la promoción La Salle 1974, y aun cuando no siempre acudía por su compromiso con en el IESS, las veces que lo hacía nos prolongaba en largas tertulias junto con Alfredo, Carlos, Renato, Eugenio, Marco, Geovany …

Ya un mes de su inadvertida muerte aún corren lágrimas en familiares, colegas, pacientes y amigos. En el día de su deceso los “Caminantes sin Rumbo” despedíamos así al amigo: Junto recorrimos/ Un mundo de ilusiones/ Amando a la vida/ No temiendo albures. / Ante el viento y la lluvia/ Rodaste en domadas motos. / Intrépido hiciste frente/ A la acechante Parca que, / Silente hoy te abraza/…   ¡Ahora sois evocación, Juanito! (O)