“El jardín interior”

Hernán Abad Rodas

OPINIÓN|

Hace pocos días, las manos del tiempo pusieron frente a mí el libro: El Jardín Interior: Historias de familia, la autora de este poemario es Magdalena Abad.

Mientras disfrutaba de su valioso contenido histórico familiar, escrito con la pluma de la poesía, la tinta del corazón en el rostro de amor; al mismo tiempo, las alas de los recuerdos me trasportaban mi espíritu, acariciándolo suavemente lo depositaban en el jardín interior de mi niñez y de mi juventud; ese “JARDÍN INTERIOR” que todos tenemos, el mismo que, poética y filosóficamente es descrito por Magdalena Abad.

 La historia es un puente que une el pasado al presente y el futuro. No ha cambiado, seguramente, la física del tiempo, los péndulos dan la hora en los mismos intervalos de siempre, pero en la dimensión metafísica, parece haber en el reloj menos arena, o vaciarse más rápidamente, recordándonos como caerá el polvo sobre la tumba, cuando el tiempo se haya esfumado.

El arte de escribir es más amplio que la técnica de escribir. “El estilo es el hombre”. En verdad el estilo no es un método, un sistema, ni siquiera un adorno de lo que cada uno escribe; es la impresión total que obtiene el lector, de la calidad de la mente del escritor, su profundidad o su superficialidad y de otras cualidades como el ingenio, humor, mordacidad, comprensión, ternura, delicadeza, bondadoso cinismo, sentido común y actitud general hacia las cosas.

Después de una amplia experiencia en la lectura, el escritor posee una base experimental para saber que es la suavidad, el sabor, la fuerza, el poder, la brillantez, la mordacidad, la delicadeza, y si lo que escribe es bueno o malo, según su encanto o sabor. El encanto surge de lo escrito, como se eleva una nube de la cima de una montaña.

El libro vuelve a la vida, cada vez que se lo abre, esa es la magia de la palabra; para comprender esta magia es necesario aprender el arte de leer, y así aspirar a ser hombres libres; y no esclavos, residentes habituales de esta cárcel de arcilla que es nuestro cuerpo.

Vivir es recordar, y recordar es volver a vivir. Hermana Magdalena: que Dios bendiga tus días y te colme de dulces y tranquilos sueños tus noches. (O)