Constitución a cuestas

Carlos Castro Riera

OPINIÓN|

La Constitución de Montecristi cumple doce años de vigencia. Fue reformada en el 2011 para que Correa meta la mano en la justicia y en el 2015 para establecer la reelección indefinida, aunque luego estas estas últimas reformas quedaron sin efecto. Ahora está en trámite un paquete de reformas parciales a la Constitución que tiene como objeto eliminar el CPCCS y transferir las facultades de designación a la Función Legislativa la misma que sería bicameral, y, reforzar la autonomía de la Fiscalía General del Estado sustrayéndola de la Función Judicial y del Consejo de la Judicatura. Pero estas reformas en la medida que vincula la supresión del CPCCS al establecimiento del bicameralismo, corre el riesgo de no tener apoyo.

En estas circunstancias aparecen en el escenario político propuestas de ir hacia una nueva asamblea constituyente para reformar radicalmente la Constitución o inclusive sustituirla por una nueva. Existen sectores políticos que atribuyen todos los males del país a la Constitución de Montecristi incluyendo la corrupción y el atraco a los fondos público. Pero que existan empleados, ministros, asambleístas o dignatarios corruptos no es culpa de la Constitución. Es como culpar a los diez mandamientos de los pecados de los humanos.

Claro que la Constitución es hiperpresidencialista, lo que se plasmó en nombra de la gobernabilidad, y que el CPCCS fue el mecanismo utilizado para concentrar el poder, pero esas mismas estructuras con un presidente democrático y honrado, no hubiesen devenido en autoritarismo y corrupción.

Puede que una Constitución sea inspirada por el espíritu santo, pero si el jefe de Estado y su gabinete son una gavilla de pícaros dispuestos a utilizar el poder para sus negociados, entonces, solo habrá despilfarro y corrupción; y, al revés, se puede tener una Constitución de mala calidad, pero si los gobernantes son honestos y cumplen con la ley, entonces habrá bienestar. La calentura no está en las sábanas.

Se podrá cambiar de Estado Unitario a Autonómico o Federal, de gobierno presidencial, a semi presidencial o parlamentario, de legislativo unicameral a bicameral, cambiar o sustituir la Constitución, pero si no hay consensos nacionales mínimos y sigue la corrupción y la impunidad, no hay esperanza. (O)