¡Aleluya!

Alberto Ordóñez Ortiz

La lenta agonía de la ministra Romo, concluyó. Ya era hora. Pobrecita. Tuvo que esperar más de un año desde su llamado a juicio político. De todas maneras, salió premiada, Un año de 365 días y 365 noches de continuar en el cargo, no es pelo de cochino. Lo cierto es que no fue posible prolongar su permanencia por un solo segundo, y por más que se dice que se habría hecho de todo, no hubo cómo mismo. Así es la vida. Así. Será porque en tiempos de elecciones no funcionan los repartos de hospitales, ni ningún otro reparto. Bueno. Ya descansa en paz. Las malas lenguas ya no podrán decir que todos los repartos conducen a Romo. Ya no. Tampoco podrán acusarle de “que pasó su luna de miel en un helicóptero”. Ya no; aunque, ¡aleluya! porque hay que admitir que cualquier zangoloteo aéreo conduciría a la gloria.

La verdad es que 104 votos de la Asamblea le enviaron a casa. Las llamadas telefónicas a cualquier hora, desaparecieron de su ajetreada agenda. El sobresalto, la turbación, el torbellino de la angustia existencial, el combate a los golpes de Estado, las manifestaciones, la quema de la Contraloría que, los correístas afirman que fueron los morenistas y que, los morenistas afirman que fueron los correístas, pasaron, por fin, a mejor vida. Que alivio. Debe hacer fiesta. Ojalá no se olvide de invitar al serrano y al no serrano. A todos. Como tiene que ser. Democráticamente. Al fin y al cabo, algo tiene que haber aprendido; que la letra con sangre entra, y con 11 muertos y más de mil civiles heridos durante las marchas de octubre pasado, abundó la sangre, causada por la áspera represión, como opina la mismísima Comisión de Derechos Humanos de la ONU.

Se acabó. La paz del anonimato se viene a paso de vencedores, a menos que en los juicios por los repartos le encuentren alguna que otra cojera. Hasta tanto, otra vez, ¡aleluya! (O)