Quito

El mestizaje es una característica definitoria de América Latina. Antes de que se inicie la conquista española vivía en esta región un importante número de habitantes con culturas muy diferentes a las europeas que habían desarrollado grandes imperios como el Incario, el Maya y el Azteca. Luego de la conquista, muy pocas capitales de los países que surgieron del imperio español recibieron el nombre de civilizaciones indígenas; una de ellas es Quito que indiscutiblemente se convirtió en capital de la real audiencia. Esta característica tiene un sólido contenido histórico. No cabe olvidar que el último emperador inca, Atahualpa, nació en esa ciudad y de una mujer inca, como era la tradición.

Más que el componente racial, en el mestizaje tienen peso las manifestaciones culturales. En el caso que comentamos, la hispana que fue la triunfadora, estableció más componentes, comenzando por el idioma y la religión, pero no desaparecieron rasgos indígenas. En la colonia, las artes visuales se proyectaron con fuerza en la religión católica. Quito es para muchos la ciudad en la que el arte colonial se da con esplendor y fuerza y la denominada escuela quiteña ha sobrepasado las fronteras. En la época republicana se mantuvo la creación artística con visiones diferentes. El mejor ejemplo es Oswaldo Guayasamín en cuyos cuadros se manifiesta la protesta opresiva.

El factor geográfico es fundamental en esta ciudad. No escogieron los españoles llanuras con ríos como en Cuenca. Mantuvieron el planteamiento precolombino en el que los grupos indígenas andinos escogían espacios montañosos con propósitos estratégicos. La conformación urbanística del centro histórico es excepcional al estar ubicada en cordillera montañosa y la arquitectura tuvo que ajustarse, con acierto, a este aspecto topográfico. Para conmemorar el nacimiento de ciudades se recurre a su fundación española. Saludamos a Quito que en este día conmemora un aniversario más, con los condicionamientos de la pandemia.