Las empanadas de la «U» sobreviven a la pandemia

"Doña Taty" y "Don Humber" junto a su local de empanadas en la calle Vargas Machuca y Juan Jaramillo. Xavier Caivinagua/El Mercurio

Humberto Bueno es carpintero de profesión, de vez en cuando le “mete mano” a la madera y a las herramientas, también tiene una sala de billar que desde el inicio de la emergencia sanitaria permanece cerrada pero para los estudiantes y exalumnos de la Universidad de Cuenca el es “Don Humber, el señor de las empanadas”.

El canasto de empanadas que llevaba siempre al brazo y la mochila con “los venenos” como en son de broma los estudiantes llamaban a las salsas que acompañan a su comida, se borraron del paisaje de la Universidad de Cuenca con la llegada de la pandemia.

Durante nueve meses, Humberto padeció de las consecuencias del coronavirus, no por la enfermedad que afortunadamente no golpeó su salud, sino por la otra emergencia: la económica.

Sin las empanadas como su principal sustento, Humberto vio venir las deudas encima, no pudo pagar el arriendo de su casa y si antes era el sostén de sus hijos ahora fueron ellos quienes le llevaban comida.


Tatiana Bueno, su hija y la heredera de la venta de empanadas era la encargada del negocio en las aceras de la Facultad de Medicina de la Universidad de Cuenca, un espacio que se convirtió en su puesto de trabajo durante los últimos 17 años.

«Doña Taty», dedicada a la venta de empanadas, se reinventó junto con su padre por la pandemia. Xavier Caivinagua/El Mercurio

Aún recuerda cuando los estudiantes de medicina, ahora médicos que luchan contra el COVID, le ayudaban a cargar los canastos para salir corriendo por el puente peatonal de El Paraíso cuando la Guardia Ciudadana llegaba a decomisar sus productos.

“Con media empanada en la una mano y un canasto en la otra, comiendo y corriendo los jóvenes me ayudaban a cruzar el puente” cuenta con una sonrisa y la picardía de saberse ganadora en todas sus competencias de velocidad contra la Policía Municipal.
Poco antes de la pandemia un vecino de El Paraíso le ofreció un espacio para que venda sus productos sin necesidad del “correr corre”.

En ese sitio aún permanecen los canastos y charoles que acompañaban a Tatiana en su trabajo, están abandonados, en cuarentena permanente por la imposibilidad de que “las empanadas de la U” regresen a la acera de la Facultad de Medicina.

Redes sociales

Tatiana, quien no tiene un teléfono inteligente “ni cuenta de Facebook ni se qué” ahora vende sus empanadas mediante pedidos a domicilio y promociona su negocio a través de redes sociales donde ya tiene más 1.600 seguidores.


Fueron los propios alumnos de medicina de la Universidad de Cuenca, ya en su rol de héroes al enfrentarse a la pandemia, quienes dieron una mano para que “Don Humber y Doña Taty” puedan ganar también esta carrera contra la adversidad.

No pudieron seguir extrañando el sabor de las tradicionales empanadas y un día pidieron a los Bueno que posen para una foto afuera de su casa, ese fue el inicio del regreso de las “empanadas de la U”.

Junto a la casa que arrienda “Don Humber” hay una pequeña bodega donde guardaba sus herramientas de carpintería y una que otra tabla, la propietaria del inmueble al ver que no podía pagar la renta le ofreció que instale su negocio en dicho espacio.

Dañoa Taty atiende a los clientes que llegan a su local, muchos la conocen por el negocio que tenía en la universidad. Xavier Caivinagua/El Mercurio

Un par de mesas, un letrero de lona y la fama de sus empanadas fueron todo lo que necesitaron los estudiantes para lanzar una página en Facebook con la que permitieron que los Bueno retomen su negocio, que hace tres semanas se llena de estudiantes, ingenieros, abogados, economistas y médicos graduados de la Universidad de Cuenca que desean volver a probar este manjar.


“Hemos tenido pedidos de gente que manda las empanadas a México donde hay estudiantes haciendo posgrados, de todo lado vienen y nos reconocen como si fueran familia” cuenta Tatiana mientras se apresura a sellar sus empanadas para cumplir con sus clientes.

Su hijo, ya universitario, y su hija en edad escolar le ayudan, su padre sirve las mayonesas y salsas, sus clientes como ya es costumbre piden “otrita”. 
La nueva normalidad no se siente tanto en medio del trajín y en este nuevo “corre corre” “Doña Taty” también lleva la delantera, no se deja vencer por la pandemia y junto a “Don Humber”, sin ser profesores, dan clases de superación y lucha con su ejemplo. (I)

DATO: El local de Doña Taty y Don Humberto se encuentra en la Vargas Machucha 5-80 y Juan Jaramillo.