Balance del 2020

Respecto al año que culmina, vale la pena efectuar un somero balance sobre este período que, a partir de marzo pasado, con la llegada del Coronavirus a nuestro territorio, marcó un “antes y un después” respecto a la vida nacional, puesto que la pandemia y sus estragos alteraron de manera radical las perspectivas de crecimiento económico, que eran muy modestas por cierto, hasta situarnos en un claro decrecimiento, que hubiera sido peor de no ser por los acuerdos logrados con el FMI y otros organismos multilaterales, que concedieron varios créditos, que han permitido hasta ahora mantener en un precario flote a la economía ecuatoriana.

Quizá, uno de los pocos logros de este gobierno próximo a culminar, fue la renegociación de parte de la deuda externa y la obtención de los nuevos créditos. Sin embargo, en otras áreas, sobre todo el combate a la corrupción, más bien se vio el país salpicado de escándalos como el de los negociados de medicinas en plena pandemia, que involucraron a conocidos políticos y funcionarios de todo nivel del Ministerio de Salud y otras áreas. Estos escándalos, como el del frustrado hospital de Pedernales, involucraron incluso a parlamentarios, lo cual unido al caso de los “diezmos”, desacreditó al máximo la gestión legislativa.

La pandemia afectó a millones de ecuatorianos, muchos de los cuales perdieron sus trabajos, engrosando así el número de desempleados, ya de por sí alto antes de la crisis del Coronavirus, lo cual repercutió en una pérdida notable del poder adquisitivo de los ecuatorianos, que afectó también las actividades productivas. Estas tuvieron que en unos casos cerrar, o reducir el número de sus trabajadores, en un verdadero círculo vicioso que, según los analistas económicos, tardaría años en recuperarse, siempre y cuando las vacunas esperadas puedan combatir con éxito la pandemia. Las perspectivas para el próximo año, tampoco se presentan halagüeñas, y todo obliga a que los ecuatorianos deberíamos elegir correctamente a nuestros próximos gobernantes.