Esperanza

Recurrir al fuego fue siempre un ardid en la humanidad, para con sus ascuas borrar todo posible rastro molesto. Se incineraron brujas en la inquisición y libros valiosos fueron convertidos en cenizas en muchos momentos de brutalidad y ceguera. Bien se decía que, si se queman libros, luego vendrá a la pira el hombre mismo. Ahora debemos quemar el año que hoy fenece, con pasión, que no quede ni un átomo de su reinado pavoroso. Pocos años en la historia humana han sido tan desastrosos y crueles. Nunca, a pesar de nuestra solvencia científica en todo campo, un minúsculo virus nos acorraló sin piedad y nos enfrentó a la muerte de manera franca e inevitable. Pandemias y muy mortales existieron, pero, ocultas en la ignorancia y primitiva sabiduría del hombre, más hoy, tardamos apenas horas en descubrirlo e incluso mirar la siniestra esfera del virus contaminante. La fabricación de la vacuna salvadora se inició inmediatamente en diferentes países y laboratorios y por vías y procedimientos disímiles, las tenemos salvadoras y se empiezan a usar masivamente, con esperanza de futuro.

Quememos hoy al maligno tiempo pasado con la más agresiva flama y recibamos mañana el 21 con la albura de un amanecer promisorio y libre de cuidados. Terminemos con la sensación de angustia al sentirnos perseguidos por una cruel lotería de muerte invisible que se cuela en las narices, mortal y traicionera sin respetar edades, géneros o razas. Quememos la angustia, la soledad, la prisión que duró un año, manteniéndonos como reos dentro de nuestras mismas paredes y casas, cuidándonos de todos y respirando solamente un aire que se supone exento de pandemias. Quememos, sin piedad, este año viejo y malo y esperemos recuperar en el que viene, el abrazo apretado y cariñoso del amigo. Volvamos a reunir la familia entera alrededor de un pan tibio. Recuperemos los meses que no vimos a los jóvenes y chicos de la casa. Respiremos nuevamente el aire maravilloso de fraternas reuniones de amigos, llenos de cuentos, anécdotas, conversaciones, discusiones interminables y amigables. Recuperemos este año, el beso, la pasión, los bailes, las reuniones y espectáculos que nos incitan a la vida. Volvamos a sentir la libertad de un viento tibio en nuestros rostros. Viajemos, cantemos, amemos la humanidad y el mundo mismo, que, si en algo sirvió todo este horror vivido, fue para aprender a respetarlo. (O)