Consulta en Cuenca

Eduardo Sánchez Sánchez

Los ríos cuencanos son identitarios, de esta llanura otrora llamada Guapondelig, sustento de la vida en campo y ciudad, de todo el don preciado que significa proceso biológico. Frente a la gran vulnerabilidad que presentan ecosistemas como los “paramos andinos”, lugar de recarga hídrica, almacenamiento, dosificación y mantenimiento, se torna imposible el que los ciudadanos demos la espalda a la consulta que no tiene otro objetivo que la defensa del más importante recurso como el AGUA lo es. Desde siempre en estos lares andinos y particularmente desde 1557 como fundación española, se dio la importancia que tiene el recurso hídrico, así: “en el acta de fundación de la Cuenca andina, dícese que el sitio elegido tenía abundante agua, con el gran barranco que facilitase la instalación de molinos para el trigo introducido y el nativo maíz. “Ha de tener mucho cuidado de que el agua sea fija y de nacimiento para que sea perpetua y de manera que jamás pueda faltar”.

La ciudad se ha expandido como capital austral, los campos son menos boyeros, las nativas montañas son escasas, la frontera agrícola avanzó, las necesidades alimentarias son mayores, el requerimiento hídrico es gigantesco para usos alimentario, agrícola, industrial, hidroeléctrico, etc.  Imposible el que no seamos  guardianes de las génesis hídricas, con el mayor celo y asistencia de las ciencias y con el corazón en la mano, decididos a usar la razón y todas las armas lícitas que detengan al enemigo local y extranjero que pretende usurpar el más noble compuesto líquido natural y gestor de toda forma viviente, como es el AGUA.

No existe proceso de extractivismo que no lesione la presencia hídrica, el orden edáfico, la vida implantada en un biodiverso escenario y la estética andina de páramo. Ello nos obliga a decir SI AL AGUA y NO A LA MINERÍA. (O)