Catalina Sojos

La identidad del cuencano son sus ríos; vivimos pendientes de su corriente, sus estaciones, inclusive nuestra forma de hablar se parece al cantar de sus aguas, por lo tanto, es inútil intentar siquiera que aceptemos su destrucción a través de las mineras ya que eso significa un suicidio colectivo. La veneración que tenemos al cerro sagrado del Cajas, sumada a la preparación científica por parte de muchos segmentos de la población, dígase biólogos, médicos, ambientalistas, y otros provoca que no exista ninguna duda en cuanto a la respuesta que Cuenca dará a la absurda e insultante propuesta de la consulta de febrero. Y puesto que actualmente vivimos encerrados, que las nuevas cepas del corona virus siguen llegando, hoy más que nunca, debemos decir SI a la respiración, si al agua, si a la vida. ¡No al lodazal de la corrupción! No a la minería. Solamente tenemos que reflexionar en lo que nos sucederá si aprobamos la apocalíptica consulta, El Tomebamba, El Tarqui, El Yanuncay, El Machangara, nos ahogarán con su pestilencia, su óxido y demás venenos los cuales llegarán desde los paisajes helados de la ambición y la codicia. Razón natural, no pide fuerza, decían los antiguos, en este caso el SI a nuestra vida es obvio, urgente y necesario. El agua como principio y razón de nuestra existencia. ¡Por supuesto! (O)