Por dónde llegan las lluvias

Tito Astudillo y A.

Lectores del tiempo y descifradores de sus misterios fueron nuestros ancestros y, en estos prósperos pueblos andinos, había una codificación natural para interpretar los fenómenos atmosféricos trascendentales de la cotidianidad, sistematización construida en una espiral de experiencias, que ellos solían descifrar en detalles simples, pero cargados de sabiduría, validados por la práctica de generaciones milenarias.

 Este cúmulo de conocimientos, aplicados a la necesidad de producir alimentos, consolidó una cultura agraria que sostuvo el florecimiento de muchos pueblos a lo largo de la historia y en el mundo andino también, proveyendo contenido a la célebre sentencia:  “la historia es la geografía en el tiempo y la geografía es la historia en el espacio”,  aplicada en la explicación de la mitología de los signos cardinales en una geografía; tiempo y espacio, cosmos y microcosmos graficados en una práctica agraria; modos de interactuar con la naturaleza y el cosmos para vivir, sobrevivir y trascender su sabiduría, que caracterizó a las civilizaciones agrarias de los Andes en las que, el ciclo agrario corría en armonía con  solsticios y equinoccios, asunto analizado con maestría, por Hernán Loyola Vintimilla+, desde, su observatorio natural, en Pumapuno.

Nuestros abuelos sabían y enseñaron cómo y cuándo cultivar la chacra de acuerdo a sus lecturas del tiempo, del cielo y los fenómenos atmosféricos derivados, como las lluvias. Porque de su presencia dependían los tiempos del ciclo de la chacra: preparación de la tierra, siembra, desyerba, crecimiento, florecimiento, producción y cosecha. No era raro escucharlos, mirando al firmamento, preguntarse: ¿Por dónde llegarán las lluvias este año?