El inicio de la vacunación en el Ecuador, hace algunos días, ha sufrido una serie de contratiempos y situaciones anómalas, que muestran a las claras la debilidad y escasa organización logística de nuestro sistema de Salud, dándose como el que, según denuncias, galenos que no fueron vacunados, recibieron en sus correos documentos que decían lo contrario, o personal que no estaba en la primera línea de combate al Coronavirus, que por alguna razón recibieron la primera dosis de la vacuna.
Igualmente, causó escándalo el hecho de que familiares del Ministro de Salud, hubiesen sido vacunados, cuando aparentemente no correspondía hacerlo. Todo esto demuestra que, si se quiere cumplir dentro de los plazos inicialmente fijados el proceso de vacunación de por lo menos el setenta por ciento de la población, habrá que afinar procedimientos, capacitar al personal que laborará en los centros de vacunación, y además evitar las consabidas “vivezas criollas”, pretendiendo saltarse los turnos correspondientes para ser vacunados, lo cual es un hecho de corrupción que debería sancionarse, más aún cuando la población del país espera que la anunciada vacunación, y que tendrá un costo de varios cientos de millones de dólares, a través de la adquisición de los antídotos a por lo menos tres farmacéuticas que lo disponen, se lo hará con recursos de todos los ecuatorianos.
Por otro lado, varios GAD municipales, entre ellos el de Cuenca, aguardan a que se les permita, desde el Gobierno Nacional, la autorización correspondiente para adquirir vacunas, con sus recursos. Sin embargo, el burocratismo y centralismo entronizados en el país en los últimos años, dificulta grandemente que se agilicen dichos procesos, en la medida en que, mientras de más vacunas disponga el país, en menor tiempo se cumpliría con este proceso, que al fin se espera permita normalizar la vida de los ecuatorianos, tan afectados, de las más diversas formas, por los efectos de la pandemia, sobre todo al no existir disponibilidad hospitalaria suficiente para atender los casos más graves de la pandemia.
