Papa pide a religiosos no perder el sentido del humor y huir de los chismes

El papa pidió hoy a los religiosos que no pierdan el sentido del humor y que huyan de los chismes, al término de la misa oficiada en la Basílica de San Pedro, con ocasión de la XXV Jornada Mundial de la Vida Consagrada, en la que dijo que la paciencia es fundamental para la vida personal y comunitaria.

Tras la misa, Francisco se dirigió a los curas y monjas presentes, a los que recomendó «escapar de los cotilleos que matan la vida comunitaria, no hacer chismes sobre los demás» y «no perder el sentido del humor», despues de asegurar: «hay este Covid, pero lo llevamos con paciencia, se necesita paciencia».

«La paciencia no es un signo de debilidad: es la fortaleza de espíritu que nos hace capaces de ‘llevar el peso’ de los problemas personales y comunitarios, nos hace acoger la diversidad de los demás, nos hace perseverar en el bien incluso cuando todo parece inútil, nos mantiene en movimiento aun cuando el tedio y la pereza nos asaltan», había afirmado Francisco durante la homilía.

El pontífice se refirió a tres «lugares» en los que la paciencia «toma forma concreta», la primera de las cuales es la vida personal.

«Debemos ser pacientes con nosotros mismos y esperar con confianza los tiempos y los modos de Dios», aseguró el papa, para quien esta es la manera de «no ceder a la tristeza interior y al desencanto».

Además, prosiguió, «el segundo lugar donde la paciencia se concreta es en la vida comunitaria. Las relaciones humanas, especialmente cuando se trata de compartir un proyecto de vida y una actividad apostólica, no siempre son pacíficas» y «necesitamos esta paciencia mutua: soportar, es decir, llevar sobre nuestros hombros la vida del hermano o de la hermana, incluso sus debilidades y defectos»

«Recordemos esto: el Señor no nos llama a ser solistas, sino a formar parte de un coro, que a veces desafina, pero que siempre debe intentar cantar unido», añadió.

Francisco también se refirió a la necesidad de la virtud de la «paciencia para no quedarnos prisioneros de la queja».

«Son retos para nuestra vida consagrada: no podemos quedarnos en la nostalgia del pasado ni limitarnos a repetir lo mismo de siempre. Necesitamos la paciencia valiente de caminar, de explorar nuevos caminos, de buscar lo que el Espíritu Santo nos sugiere», explicó. EFE