Madurez electoral

En los tiempos que vivimos, se considera que la democracia es el sistema de gobierno más apropiado para el funcionamiento de los Estados. Se ha extendido a un elevado número de países que incluye a altamente desarrollados como Estados Unidos y Europa Occidental. Teóricamente, el que el poder resida en el pueblo que, mediante sufragio, encomienda por un tiempo su ejercicio a uno de los diversos candidatos que aspiran, es muy coherente. Los hechos demuestran que este sistema no funciona con igual eficiencia en todos los Estados, en algunos de ellos opera muy pobremente, lo que nos lleva a pensar que, para que esta forma de gobierno funcione se requiere madurez política en los ciudadanos.

Los seres humanos crean objeto materiales y no materiales, en la mayoría de los casos con propósitos positivos, pero la perversión, que es un componente negativo de nuestra naturaleza, lleva a que algunos lo proyecten a fines negativos. La pólvora es un buen ejemplo, luego de la invención, se la usó para facilitar la construcción de obras, pero luego otros la usaron para armas letales usadas en la guerra. La democracia conlleva el acceso al poder de los elegidos, se supone para una mejor organización del Estado, es decir la práctica de un servicio. En todo caso, está de por medio el control del poder que puede usarse negativamente.

En las campañas los candidatos ofrecen sus proyectos y

caminos para el bien común, pero hay casos en los que lo único que buscan es captar el poder con intenciones egoístas. La demagogia y el populismo son vicios del sistema ya que, al margen del ordenamiento colectivo, hay candidatos que ofrecen bienes y obras, como entrega de dinero- con una visión inmediatista sin fundamentos ni recurso, partiendo de la idea de que algunos votantes buscan ante todo provechos inmediatos a globales. Esta perversión funciona aprovechando la falta de madurez de una parte de ciudadanos, sobre todo cuando la votación es obligatoria.