Pandemia en tiempos de amor, un San Valentín diferente en Cuenca.

Amores en primera línea, distancias acortadas por la red y confinamientos que unen cambian este día.

Antes de la pandemia, Carlos y Brendy habían decidido que su vida juntos no sería aburrida, querían viajar, comerse el mundo de la mano, y así empezaron a hacerlo.

En abril del 2019 viajaban a Venecia y en el 2020 tenían previsto hacerlo a otros destinos: un viaje por año, una aventura por viaje, un amor renovado por cada aventura.

Los dos jóvenes no se conocieron precisamente en un viaje, fue en un espacio bastante atípico para iniciar una relación, se conocieron en un hospital, los dos son enfermeros, los dos han batallado en primera fila contra la pandemia, hasta ahora una aventura inesperada de la que han salido de la mejor forma posible: vivos, y juntos.

Carlos Tovar y Brendy Gómez durante uno de sus viajes antes del inicio de la pandemia. Cortesía

El coronavirus cambio el modo de vivir de todos, de los médicos que pasaron meses lejos de sus parejas para protegerlas del virus, de los pacientes que dejaron de compartir la cama con su “amor” para cambiarla por una cama de hospital, de todos a los que la pandemia los tomó a distancia, inconexos por restricciones inesperadas…

Ximena y Stephan son de mundos distintos, radicalmente distintos.

Ella, una comunicadora y estudiante de posgrado cuencana de quien todos apostaban se quedaría soltera por largo rato, y él un profesor de primaria llegado desde Alemania con apenas amigos en este lado del mundo.

A pesar de ser de diferentes países, la distancia quizás nunca se notó tanto hasta cuando la pandemia los encontró a ella en Quito y a él en Cuenca.

Sí, no son los mismos kilómetros que hay entre Ecuador y Alemania, pero la distancia, cuando dos quieren estar juntos, duele, aunque solo sea a un par de centímetros.

La cotidianidad de compartir los almuerzos en sus lugares favoritos, cambió para destinar un horario para verse a través de la pantalla, y mientras más tiempo pasaba más se aferraban a las redes sociales.

Al principio, Ximena pensaba que con una videollamada en la mañana era suficiente, por aquello de reemplazar el verse una vez al día para el almuerzo, pero no.

La pantalla se convirtió en ventana y la llamada diaria se multiplicó por tres: “Cómo amaneciste”, “Ya comiste”, “Ya vas a dormir”, frases de inicio para compartir, así sea por el teléfono, ese “ni sé qué” que llaman amor.

Sthepan y Ximena. Cortesía

En esta época estamos a un click de cualquier persona, pero para Ximena eso nunca se podrá comparar la real cercanía, porque el poder dialogar con alguien sobre cualquier cosa, pese al encierro a ella le hacía más vivible la realidad, por eso apenas pudo regresó a Cuenca para vivir juntos.

Carlos, Brendy, Stephan y Ximena son cercanos a quien este momento escribe esta nota, yo, que tuve que recurrir a llamadas y fotos de redes para hacerla porque, ahora mismo, estoy en cuarentena; mi esposa tiene Covid, nos separa una puerta de madera por eso del aislamiento pero en realidad nos une más, mucho más, porque en este San Valentín no hay amores en tiempo de pandemia, hay pandemia en tiempos de amor. (JMM) (I)