¡Acuérdate hombre!

Edgar Pesántez Torres

Mañana el mundo católico inicia el periodo de la Cuaresma, es decir, cuarenta días de reflexión que termina el Jueves Santo después del mediodía, así que ahora se corre al Domingo de Ramos, día de la Pascua. Si tradicionalmente los cristianos releen continuamente el Evangelio, por esta fecha se hace con más recogimiento para vivir los valores que Jesucristo vivió y los mensajes que dejó: defensa por la vida, lucha contra el mal, igualdad entre los seres humanos, amor, humildad, perdón, caridad…

Año tras año los ungidos por el Papa recuerdan el pasaje del Génesis 2,7: “Formó, pues, el Señor Dios al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida; y fue el hombre un alma viviente”. Al momento de imponer la ceniza en la frente insisten en perpetuar las palabras del Génesis: “Acuérdate, hombre, de que eres polvo y en polvo te has de convertir”, es decir, inmortalizando la calidad de mortales.

Estos mismos pensamientos sirvan para los que tienen gula de poder y de gloria, de dinero y bienes, para los codiciosos y concupiscentes, para aquellos enardecidos por la vanidad y deseosos de inmortalmente. Ellos y los comunes mortales debemos estar ciertos que estos fenómenos son transitorios, fugaces como la misma muerte.

En esta época que la muerte acecha con más asiduidad y hace correr hasta aquellos que ayer nomás decían no temerla, es necesario meditar sobre estos pasajes bíblicos, no sólo los creyentes sino todos los que estamos ciertos de la muerte. Quien dice no tener miedo a ella, miente; pues, ‘per se’ la muerte es una incertidumbre, nadie ha retornado a avisar qué hay después de ella.

Creyentes e incrédulos, religiosos y laicos, cristianos y paganos, todos sabemos que la vida terrenal tiene su ciclo y nada llevaremos de este mundo. Por ello la invitación del Evangelio a ser conscientes de que polvo fuimos y a polvo retornaremos; entonces, no se acumule bienes sin medida, más bien compártase lo que se tiene con los demás y disfrútese del edén que es el que vivimos.

En la Cuarentena también se habla del ayuno, término que no se refiere simplemente a la comida sino al recato y a la caridad. Estos días la Iglesia invita a la meditación, ahora con más preocupación por la pandemia viral y las crisis política, económica y social. (O)