Eugenio Espejo y Clase Médica

El 21 de febrero de 1747 se abre el camino a la libertad hispanoamericana y a la medicina ecuatoriana con el natalicio del sembrador de ideas independentistas y su legado de médico humanista: Eugenio Francisco de Santa Cruz y Espejo (Luis Chuzig), considerado sin réplicas el más destacado varón de la América del siglo XVIII. Haciendo justicia a su pensamiento liberal y su trabajo científico, la Federación Médica del Ecuador declaró a esta fecha como el Día del Médico Ecuatoriano.

Es una jornada de congratulación para los galenos y un paréntesis para meditar sobre cuánto se ha hecho y qué no ha podido hacerse por el estado normal de las funciones orgánicas e psíquicas de los pacientes, pero también por la defensa y el bienestar de los médicos, ahora acosados por leyes desaprensivas, beneficiarios ingratos, agentes sin escrúpulos y redes sociales en donde cualquier criatura se ensaña ante cualquier error humano.

En esta época de tendencia hórrida e idiotizada en contra del varón, en donde se evidencia signos perversos de barbarie posmoderna, es de relievar la presencia histórica de lideresas que, con su lucha tenaz y honesta, sin exabruptos ni bufidos, alcanzaron grandes logros en sus derechos e igualdad de oportunidades. Muchas heroínas médicas rompieron el cerco machista para, contra toda adversidad, conquistar lo que buscaron.

Un tributo a la británica Elizabeth Blackwell (1821-1910), quien, después de ser rechazada por 10 universidades para estudiar Medicina, finalmente fue admitida en la Ginera Medical Collage e incorporarse de Médica en 1849. Por ser ella quien ejerció esta profesión por primera vez en los EE.UU., cada 11 de febrero se conmemora el Día de la Mujer Médica.

Igual honor tiene el Ecuador con Matilde Hidalgo de Prócel (1889-1974), objetada por otras universidades para seguir esta carrea, pero admitida por la Universidad de Cueca regida entonces por Honorato Vásquez, quien aceptó su inscripción hasta titularse de licenciada y luego obtener el doctorado en Ciencias Médicas en la Universidad Central, el 21 de noviembre de 1921.

Caminos espinosos recorre la clase médica, cuando muchos jóvenes graduados sienten truncadas sus aspiraciones por falta de fuentes de trabajo, sin poder acceder a estudios de especialidad, otros mal remunerados y con inestabilidad laboral, algunos denigrados en redes sociales y en medios amarillentos. Valiosos expertos han sido enjuiciados por cumplir su trabajo después de haberse preparado tenazmente dentro o fuera del país. (O)