La encrucijada del país

Ecuador vive momentos acuciantes. Como que todos se juntan para estructurar las horas más desagradables para la patria.

Hay un gobierno que a punto de irse no sabe por dónde hacerlo. Un presidente que, si lo pudiera, abandonaría el barco en medio de la tempestad. Que se sostiene por la buena voluntad de otros que le acompañan en la cabina de comando, pero que también atisban el día final para dejar el timón.

Como que la revuelta de octubre de 2019, atrabiliaria y aupada por intereses ocultos, no fue suficiente para herir el destino nacional y destruirlo, seis meses después sobrevino la pandemia.

La pandemia terminó por demostrar cuán profundas están las raíces de la corrupción, una desgracia que ya parece ser el ADN de la nación, mientras los más, que son los que la repudian, estupefactos ven que esta lacra tiene cultores y adeptos hasta a la hora de elegir.

Sí, la enfermedad terminó por echar abajo el último eslabón de la poca credibilidad y confianza en el gobierno. Todo esfuerzo se socavó a la hora de la hora, es decir a la hora de vacunar. Tanto anuncio, tanta solemnidad cuando llegaron unas cuantas dosis, para llegar a no tener casi nada; y, lo peor, con un Ministro de Salud renunciando tarde.

Un país que vive momentos electorales tensos, plagados de dudas, en los que el fantasma del fraude, como sucedió hace cuatro años, vuelve a atrincherarse en las cuatro paredes del Consejo Electoral y cuyos integrantes, con una que otra excepción, lejos de permitir diafanidad, se esfuerzan por colocar cortinas oscuras, sin que les importe el tufo que dejan.

Cómo estará el “país profundo” que un prófugo de la justicia dirija una campaña electoral; que la dirigencia política, ante la encrucijada que se le viene a la patria no asuma responsabilidades y vea para otro lado ante la posibilidad del retorno del totalitarismo.

Qué mal hizo el país del bien para tener que soportar la barbarie humana en las cárceles; que la inseguridad y el miedo ronden a diario; que ahora sea el Tik Tok la vía para elegir a un presidente; que a pretexto de la diversidad la patria sea lo de menos.

Ecuador merece otro destino, otra luz, otra brújula.