Un Patriarca

María Eugenia Moscoso C.

Apenas, en la historia cuencana, puede hablarse de una persona de tan elevado vuelo, como fuera Leoncio Cordero Jaramillo. Su vida fue prolífica en la salud, como en la solidaridad; en la ciencia como en la docencia; en la familia como en los amigos. Leoncio Cordero fue un gigante y, así como su obra alcanzó un elevado vuelo, su edad fue respetable: 104 años habría cumplido en el próximo mes de mayo.

¡Cuenca está de luto! Ha perdido un apóstol que, supo transitar por campos y ciudades con su apostolado y enorme capacidad de entrega. “Leoncito”, como lo llamábamos, primero con una bicicleta en los tardíos años sesenta y, luego con su autito Datsun, no dudaba en ir de casa en casa, a visitar a sus enfermos; pocos como él, que fuera un médico de visitas personales, a las “casas” de sus pacientes; su entrega no tenía límites.

Hasta entrado el año 2021, él respondió a sus amigos, al menos, con una llamada telefónica, con la calidez que siempre lo caracterizaba. Ha fallecido un patriarca, vivido en esta ciudad de Cuenca y nacido en la ciudad de Biblián. Cañar y Azuay han sido siempre una sola entelequia y Leoncio Cordero ha brillado con esa luz que el Austro, su estirpe, su recia formación y sus grandes talentos lo prodigaron.

¡Paz en la tumba de un cuencano de trayectoria y de corazón, sin igual! ¡Su ejemplo y su recuerdo permanecerán en nuestra memoria! (O)