25 mantenedores de una tradición en la elaboración de sombreros de paja toquilla

La Senescyt avala trabajo de 24 mujeres y un hombre.

Un grupo de 25 artesanos en la paja toquilla del cantón Biblián (Cañar), recibieron ayer su certificación avalada por la Senescyt, es el primero con este reconocimiento. BPR

Veinticuatro mujeres y un hombre, toquilleros del cantón Biblián, vivieron ayer un día especial. Algunos retrocedieron en el tiempo a ese momento de su incorporación en la escuela o quizás en el colegio. Otros vivieron por primera vez una ceremonia de graduación. El grupo de artesanos se convirtió en el primero del Austro que es avalado en su rama por la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt).

La lluvia y el fuerte frío no impidieron que los artesanos se levanten muy temprano para vestirse con sus mejores galas. Jamás se imaginaron que su arte de elaborar sombreros u otros objetos en paja toquilla que lo heredaron de sus padres, abuelos incluso bisabuelos, les brindaría una certificación profesional.

El evento que contó con autoridades provinciales, locales y representantes de instituciones del Estado, se efectuó a alrededor de las 11:15. Sin embargo, a las 08:30, se observó a los 24 artesanos en las proximidades del edificio municipal de Biblián en el “corre y corre”, para ultimar detalles del acto que se cumplió bajo protocolos de bioseguridad.

Superación

Los artesanos recibieron su certificación en un acto especial desarrollado ayer en el teatro municipal de Biblián. BPR

El sueño de la certificación profesional surgió a inicios de año, cuando los artesanos que son parte de la Cooperativa de Producción Artesanal “Padre Rafael González”, ingresaron al programa de certificación por competencias laborales a cargo del Servicio de Capacitación Profesional (SECAP).

Flor Minchala, Hermelinda Lema y Blanca Coronel muestran algunos de los sombreros de paja toquilla. BPR

Fueron alrededor de tres semanas de evaluación teórica como práctica para alcanzar este importante logró profesional. El proceso fue presencial, que además, facilitó el compartir y mejorar los conocimientos.

Flor Minchala, de 50 años de edad, oriunda de la parroquia Sageo, fue una de las primeras en recibir la certificación con el deseo de implementar un taller o escuela para enseñar a las nuevas generaciones este arte. Ella recordó con nostalgia sus primeros pasos como toquillera.

“Aprendí en mi hogar cuando tenía unos 11 años de edad, observando como mi madre tejía la paja toquilla, luego mejoré con la ayuda de mis primas (…) Me casé a los 14 años de edad, y tuve que dejar el oficio por unos años para ayudar a mi esposo en su taller de carpintería, oficio que también aprendí (…) Con el paso del tiempo retomé el arte de la paja toquilla con el que puedo ganar un dinerito extra para el sustento de mi hogar”, enfatizó Minchala.

Este arte no es nada fácil, no cualquiera puede emprenderlo, se requiere de bastante fortaleza y dedicación.

Previo a la ceremonia, se concentraron en el local de la cooperativa “Padre Rafael González” para exponer sus productos. BPR

Así lo demuestra Blanca Coronel, de 71 años de edad, y otra de las artesanas certificadas, quien en sus dedos refleja las secuelas de años de trabajo como toquillera. El lidiar constantemente con el agua para alivianar las fibras de paja toquilla dejó sus dedos “torcidos y ásperos”, sin embargo, continúa a paso firme con su pasión.

Ella, a los 8 años de edad, aprendió a tejer sombreros y otros objetos incluso en una oportunidad ganó un premio por su trabajo, y entre sus obras más importantes, consta una “Chola cuencana”, elaborada con las fibras de paja toquilla.

“La juventud ya no quiere involucrarse en este hermoso oficio, ahí la importancia de la certificación; queremos fomentar el arte en nuestro cantón”, concluyó la mujer, quien reside en el sector San Camilo (Panamericana Norte).

En la ceremonia de incorporación cumplida en el teatro municipal de Biblián, donde se les colocó el birrete y estola a las artesanas, Miguel Acevedo, de 62 años de edad, fue el único hombre en recibir su certificado.

Miguel, procedente del sector Cruzpamba, aprendió el oficio de su madre. Él, desde hace cinco años se jubiló como chofer del Ministerio de Transporte y Obras Públicas (MTOP), para dedicarse de lleno como toquillero, actividad que la comparte con su esposa (una de las fundadoras de la cooperativa “Padre Rafael González”),  y una hija.

El logro alcanzado por estas artesanas que inician nuevos sueños a partir de la certificación profesional, resumen el deseo de superación, del querer es poder, y dejar en alto el nombre de su cantón, Biblián. (BPR)-(I)

DETALLES

-La cooperativa “Padre Rafael González”, cuenta con el apoyo municipal y de la organización Fons Valencia, de España.

-El SECAP entregará a fines de mes una certificación similar para los artesanos del cantón Gualaceo (Azuay), dedicados a la elaboración de macanas.