Desplante

Andrés F. Ugalde Vázquez @andresugaldev

Ciertamente hay lecciones que nos aprenden. Y lo digo por el nuevo desplante del centralismo, ocurrido esta semana. Los hechos son los siguientes: el 31 de octubre del 2011, mediante resolución No. 166, el Concejo de la Judicatura decidió declarar a Cuenca como la sede permanente de la Escuela de la Función Judicial, reconociendo su ejemplo de progreso, eficiencia y honorabilidad. De allí que el 20 de agosto del 2012 se inauguraría la Escuela de la Función Judicial, en aquella irrepetible joya republicana, como es el antiguo edificio de la Corte Provincial de Justicia del Azuay. Y, sin embargo, hoy, casi una década después, la Escuela de la Función Judicial sigue siendo una vil mentira. Un rótulo en la puerta de una minúscula oficina, mientras toda la estructura orgánica, operativa, logística y prácticamente todo el personal sigue funcionando en la capital.

Y de nada han servido las protestas innumerables. La resolución con la que, en octubre del 2019, el Concejo Cantonal de Cuenca exige respeto, ni el exhorto que hace el pleno del Concejo Provincial solo unos meses atrás. Y ciertamente, fueron promesas vacías aquellas realizadas en pasado 30 de noviembre del 2020, cuando la presidenta del Concejo de la Judicatura ofreció que, ahora sí, la Escuela sería una realidad antes de marzo de 2021. Pues bien, ya estamos en marzo de 2021 y la única acción concreta en cuanto a la Escuela de la Función Judicial, ha sido la nombrar un nuevo directorio (resolución 022 del 7 de marzo pasado), cuyos miembros, que esto no le sorprenda, residen exclusivamente en la ciudad de Quito.

Pues bien, si de nada sirven los llamados de la altura y razón, entonces otros serán los medios. Y en este punto el gobierno central debe ir con mucho cuidado. Somos un pueblo orgulloso que sabe hacerse respetar. Un pueblo consciente de su relevancia económica, cultural e histórica. Un pueblo que va encontrando el límite de su paciencia tras los desplantes del centralismo. Un pueblo que va, finalmente llegando a una conclusión: Con Cuenca no se juega. Cuenca se respeta… (O)